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Actualizado: 22 de julio de 2025
Ojos grises de ave de presa, pupilas duras donde chispeaba todavía la brasa de su orgullo, como en los tiempos en que arrastraba sus castellanas espuelas por las losas de Nápoles.
Don Marcos adivina su impaciencia, y mientras descienden dos escalinatas más, va dando explicaciones. La inglesa se fué antes que la otra; por eso la enterraron arriba. ¡Han muerto tantos en los últimos meses!... Llegan á la última meseta del cementerio, la más baja, un campo cuadrado de tierra rojiza, en el que no hay losas, ni columnas truncadas, ni cadenas.
Al lado derecho hay una puerta, que para el arte mas valiera estuviese tapiada, la cual conduce á otra capilla baja por una costosísima escalera de treinta y una gradas de jaspe rojo. Esta cámara tiene la misma forma ochavada que la superior, y es de piedra caliza dura, y su pavimento de losas blancas y azules.
A través del ventano se veían pasar las piernas de los transeuntes, de rodilla abajo, haciendo un ruido acompasado sobre las losas. Belarmino pensaba hallarse providencialmente metido en la entraña de la tierra, colocado en la raíz y cimiento de las cosas, y que para conocer a los hombres lo mejor era verles nada más que los pies, que son la base y fundamento de las personas.
Arriba, en el vestíbulo, nadie: muebles por todos lados, rollos de alfombra y de cuerdas, espejos arrimados a la pared; algunas plantas, maltratadas, tristes en medio del desorden: las puertas abiertas, mostrando el piso desnudo de las habitaciones... el sol, a través de la vidriera, pintaba preciosos cuadritos de color sobre las losas de mármol... allá dentro, se oía mucho bregar y voces y el canto alegre de un canario.
Si los muros silenciosos de esa iglesia pudieran hablar, ¡qué bien contarían la historia de Colombia, desde las luchas de precedencia y etiqueta de los oidores y obispos de la colonia, desde las crónicas del Carnero bogotano, hasta las últimas conspiraciones y levantamientos! Más de una vez también la sangre ha manchado esas losas, más de una vez han sido teatro de luchas salvajes.
Enorme mitra ilusoria, resplandeciente de amatistas y topacios, se encendía y apagaba, y volvía a encenderse a sus pies, sobre las losas obscuras. Probando apenas algunos bocados, Ramiro dejó secretamente su casa, ya entrada la noche. Había escogido su daga más fuerte y la espada que le diera don Rodrigo del Aguila, el mayordomo de la Emperatriz.
¡Si ellos volviesen! añadió Tchernoff con un gesto de inquietud . ¡Si pisasen de nuevo estas losas!... La otra vez eran unas pobres gentes, asombradas de su rápida fortuna, que pasaron por aquí como un rústico por un salón. Se contentaron con dinero para el bolsillo y dos provincias que perpetuasen el recuerdo de su victoria... Pero ahora no serán soldados únicamente los que marchen contra París.
¡Son habanas; éstas se lavan y pa mí: u sin lavarlas! dijo sonriendo Pachín. Entonces pa tí, pa mezclar. ¿Y tú, que has pescao? Mira. El Guarro vació entonces todo el contenido del talego, y sobre las losas de la acera quedaron desparramados cien objetos imposibles de definir.
Al estremecerse las losas del pavimento bajo un paso humano, se entreabrían ventanas. Un carruaje provocaba la aparición de muchas cabezas. Los escasos transeuntes eran á veces canónigos de la catedral, frailes descalzos con una corona de pelo en torno del cráneo afeitado, monjas con enormes mariposas almidonadas en la cabeza.
Palabra del Dia
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