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Actualizado: 20 de junio de 2025
Se introdujeron en el parque, penetraron en la glorieta de pasionaria y madreselva y se acomodaron en dos butacas rústicas de paja delante de una gran mesa de mármol. No tardaron en servirles los aperitivos pedidos por el amo. ¿Cómo has dejado a tus tíos? Sin novedad: mi tía casi loca y mi tío demasiado cuerdo respondió el joven riendo.
¡Ah! ¡le conocéis...! ¡os ha enviado él...! ¡ama á la otra...! ¡ama á doña Clara...! ¡y se casará con ella...! ¡oh! ¡no! ¡no se casará! ¡será necesario para ello que me haga pedazos la Inquisición! ¡Oh, Dios mío! exclamó á su vez el padre Aliaga. ¿Pero qué te ha dado ese hombre? exclamó con irritación el tío Manolillo ; ¿qué te ha dado que te ha vuelto loca?
¿Pero qué es lo que ha de saber él? exclamó el tenaz bufón. Dorotea hizo un movimiento de colérica impaciencia. ¿Sois mi señor ó mi amigo? exclamó ¿pretenderéis que os diga lo que cuando no os he dicho ya, debíais comprender que no quiero, ó que no puedo deciros? Estás loca y es necesario perdonártelo todo, Dorotea.
Aunque usted diga y jure y perjure.... Julián, esto hay que remediarlo. ¿Cómo voy a vivir de esta manera? ¡Ya me debía usted avisar antes! Si el chiquillo y la mujer no salen de aquí, yo me volveré loca. Estoy enferma; estas cosas me hacen daño..., daño.
¡En los días de mi vida he visto una criatura más loca! exclamó doña Paulina santiguándose. ¡Ave María! ¡Ave María! ¿De quién has sacado ese genio, chiquilla? Sería de ti respondió Venturita enfoscada, sin mirar a nadie. ¡Desvergonzada!... ¡Si no fuera mirando a que hay gente delante!... ¿Cómo contestas de ese modo a tu madre, picara? ¿No sabes los mandamientos de la ley de Dios?
Dicen que lo insulté, que le mordí en una mano. Ignoro cómo pude hacerlo. Estaba tal vez loca en aquel instante. Es verdad que este señor me llevó á empujones, sin querer oirme; que no me permitió seguir viendo á mi Alberto.... Hizo una larga pausa. Sus ojos empezaron á humedecerse.
Una verdadera revolución, hijo. Anda en todo esto un forastero, un muchacho al que llaman el Madrileño, que habla de matar a los ricos y repartirse los tesoros de la ciudad. La gente parece loca: todos creen que mañana van a triunfar y que se acaba la miseria.
Y daba vueltas como loca por el cuarto buscándola, y la puso abierta ante los ojos del cura, temblando como una azogada, con los ojos desencajados, sintiendo horribles escalofríos que le comenzaban en la nuca y le seguían por toda la espalda.
Sin detenerse un punto, emprendió una carrera vertiginosa, loca, detrás del caballo, como si tuviese la absurda pretensión de alcanzarle. Aunque su aliento era grande, sin embargo, se le concluyó mucho antes de llegar a la quinta. Necesitó pararse tres o cuatro veces. Por fin llegó a la verja. Entró por la puerta de hierro, que sólo estaba llegada.
Era una carrera loca de duendes al través de todas las dependencias del cortijo, como si quisieran que los más humildes animales se enterasen de su desgracia.
Palabra del Dia
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