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Actualizado: 20 de mayo de 2025


El día seguiente tuve vergüenza y quise no volver á recibir á aquella loca, pero la vi llorar y comprendí que iba á hacerle sufrir los mismos dolores que yo pasaba por ti, sin contar que encontraba cierta dulzura en tener un corazón á quien confiar mi pena... Así pasaron seis meses, los peores de mi vida.

Le resultaba intolerable la inocente seguridad con que describía su hazaña. «La loca de la casa» se mostraba en él como una desvergonzada, indigna del trato con personas decentes. Además, los alemanes le habían robado sus monedas y sus medallas, y le era doloroso volver á conversar con el maestro sobre cuestiones numismáticas.

¡Jesús, qué carta! exclamó doña Paula con los ojos clavados en su hijo. ¿Qué tiene? preguntó el Magistral, volviendo la espalda. ¿Te parece bien ese modo de escribir al confesor? Parece cosa de doña Obdulia. ¿No dices que la Regenta es tan discreta? Esa carta es de una tonta o de una loca. No es loca ni tonta, madre. Es que no sabe de estas cosas todavía.... Me escribe como a un amigo cualquiera.

Sube; no te pesará. Si supieras qué bueno soy yo.... Porque lo cortés no quita lo valiente. Y mañana te vas á tu Humilladero, ó si no quieres ir.... Señor, por Dios, dígame por dónde debo ir. Yo me vuelvo loca. ¿Para qué me ha traído usted aquí? ¿Y dónde estoy? Puede ser que ahora esté más lejos del punto á donde quiero ir.

Creo que estoy loca... ¡La primavera! ¡Mi mejor amiga y no le debo más que rencores!

Restalló la fusta, los caballos salieron al galope y el coche desapareció de nuestra vista, mientras gritaba el anciano: ¡Bien! ¡perfectamente!... ¡Loca! Se va sin despedirse, sin abrazarnos. A fe mía, caballero, que aquí tiene usted el asunto que busca para una comedia.

Seria, con una importancia un poco afectada, avanza del brazo de Martín, retirando de cuando en cuando los bucles que flotan sobre sus hombros; y cuando echa la cabeza para atrás, toma el talante de una reina, o, más bien, de una muchacha loca de alegría, que va a hacer la reina y que no está muy segura de su papel.

Adriana sintió algo semejante a la sensación de irrealidad que le sobrevino algunas veces, en la paz conventual, cuando se ponía de rodillas ante el Jesusito del claustro. Le pareció, de pronto, que se transportaba en cuerpo y alma a una región ideal. Pensó en el milagro de la Asunción. ¿"Estoy loca"? se dijo con un sobresalto dulcísimo.

Por más que trabajo para darte gusto, para que me mires con algún apego, no puedo, en verdad, lograrlo. Ni te agrada ninguna de mis palabras ni reparas siquiera en las penas que por ti estoy pasando. Si te digo algo de lo que aquí dentro del pecho tengo, sueltas á reir como una loca y cambias en seguida la conversación.

Algunas amigas suyas aseguraron que estaba loca, porque demencia era pensar en la fundación de un asilo para huerfanitos, y mayor locura dotarle de recursos permanentes. Pero la infatigable iniciadora no desmayaba, y el asilo fue hecho, sosteniéndose en los tres primeros años de su difícil existencia con parte de la renta que le quedaba a Guillermina y con los donativos de sus parientes ricos.

Palabra del Dia

bagani

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