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Al bajar la escalera, estrecha y oscura como boca de lobo, zumbábanle a Amparo los oídos y apretaba convulsivamente la carta, llevándola oculta bajo el mantón. La oprimía como oprimiría un puñal, con vengativo empeño y no sin cierto interior escalofrío.

Entonces, y en los mismos años, empieza en Inglaterra y España la época notable en que el drama, que se arrastraba lenta y trabajosamente, hace de repente adelantos gigantescos . Muéstranse en el palenque Lope y Shakespeare, no como fundadores del teatro, según se dice por lo común, sino como los que perfeccionan el trabajo de sus predecesores, como los que principian una nueva era, que forma la edad de oro del arte dramático, rodeados de coetáneos de importancia poética, que se dirigen todos al mismo fin, y llamados por su talento á ponerse á su frente, dominan en la escena popular por sus facultades prodigiosas, y la reforman y perfeccionan llevándola á extraordinaria altura.

Cual de las cosas es, no lo , aunque me inclino que la llaman así por lo primero; porque no puedo pensar que un rio tan rápido, que corre cerca de 300 leguas, desde el pié de la Cordillera, entre peñascos y piedras, pudiese llevar consigo gran cantidad de arena, ni que, aun llevándola, pudiese hacer asiento á su boca contra la fuerza de tan violenta corriente.

Venid conmigo, y en el umbral de mi Casa me veréis pedir una limosna para vosotros. Después, cúmplanse tus maldiciones, y lleven los perros por este arenal mi corazón desesperado. El Caballero sale de la cueva. La lluvia moja su cabeza blanca y su barba patriarcal que aborrasca el viento, llevándola de uno al otro hombro. La viuda, el loco y los niños le siguen como sombras de su delirio.

El cual, llevándola a la ventana, a la hora del crepúsculo, para admirar la gala y melancolía del horizonte, habíale dicho en términos muy claros lo que a la letra se copia: «Si por algún motivo, sea por los gastos de la enfermedad de este señor, o porque usted no pueda nivelar bien su presupuesto; si por algún motivo, digo, se ve usted envuelta en dificultades, no tiene más que hacerme una indicación, bien verbalmente, bien por medio de una esquela, y al instante yo... No, si esto no tiene nada de particular... Perdone usted que lo manifieste de una manera cruda, de una manera brutal, de una manera quizás poco delicada.

De estar allá, construiría en uno de estos paseos, que con su sonrisa primaveral parecen burlarse del miedo á la muerte, un gracioso monumento para depositar á Popito, y la visitaría todas las tardes llevándola un ramo de flores. ¡Pero aquí, en medio del mar, tan lejos de las tierras habitadas por los hombres de su especie!...

Este pensamiento me sobresaltó. Aproveché la primer coyuntura para entrar en conversación aparte con la superiora. Con cierta astucia, que no había reconocido en hasta entonces, fui llevándola adonde era mi propósito, y pude averiguar una noticia que hizo brincar a mi corazón. La hermana San Sulpicio necesitaba renovar sus votos en el mes entrante, que era cuando terminaban los cuatro años.

¡Alabado sea Dios! murmuró ella con un profundo suspiro, juntando las manos. Pero ven, Marta dije llevándola a la mesa. Vamos a festejar la Navidad.

Fuera por lo que fuere, él creía cumplir con Anita llevándola al Museo de Pinturas, a la Armería, algunas veces al Real y casi siempre a paseo con algunos libre-pensadores, amigos suyos, que se paraban para discutir a cada diez pasos. Eran de esos hombres que casi nunca han hablado con mujeres. Esta especie de varones, aunque parece rara, abunda más de lo que pudiera creerse.

Al bajar al jardín, la generala, apoyándose sentimentalmente en mi brazo, murmuró, junto a mi oído: Ay, ¡quién pudiera vivir en esos palacios apasionados donde verdean las naranjas!... ¡Allí que se ama, generala! le dije en secreto, llevándola dulcemente hacia la obscuridad de los sicomoros. Fué necesario todo un largo verano para descubrir la provincia donde residía el difunto Ti-Chin-Fú.