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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Recibía al mismo tiempo plácemes y finezas de todos los del corrillo, y cortesía va, cortesía viene, la rodeamos llevándola calle adelante como en procesión, con cola de cortesanos.

O ella o yo». Y cuando la pájara repitió que se marchaba, doña Lupe no pudo menos de decirle con acritud: «¿Pero qué haces que no has echado ya a correr?... Francamente, me pasma que tengas pachorra para estar aquí todavía. Otra de más frescura no habrá». Llevándola a su gabinete le habló de la entrega de las cantidades que en su poder tenía.

Algunas veces sus salidas eran á media tarde, é iban á los restoranes de Possilipo ó del Vomero, los mismos que lo habían conocido á él como suplicante sin esperanza, y le veían ahora llevándola del brazo con orgulloso aire de posesión.

Con toda probabilidad, la insistente recomendación del Embajador cuando marchó llevándola Gonzalo Pérez le valdría reprimenda; prefirió, sin embargo, á comunicarla, cerrar la puerta á la importunidad del ruego: procedió piadosamente.

El capitán, hombre de cuarenta años, de mediana estatura y recias espaldas, rostro atezado, barba negra cerdosa, pesado y macizo como su navío, los esperaba de bruces sobre la cornisa de la obra muerta. Acompañábalo Velázquez. La Esperanza, que así se nominaba la corbeta, iba á la América del Sur por carga de cacao, llevándola heterogénea de algunos productos de la Península.

Por lo demás, lo repito, mi decisión no data sino del día en que me informé de la solidez de la casa Aubry. Huberto tomó la mano de la señora Martholl y llevándola a sus labios, añadió: Sólo me resta agradecerle a usted sus gestiones. Está bien, hijo.

Tenía puesto un gorro negro de lana con borlita que le caía por delante al inclinar la cabeza, y se retiraba hacia atrás cuando la alzaba. Como estaban los dos solos, dábale bromas sobre aquello del comer poco y a menudo; pero él se apresuró a variar la conversación, llevándola al asunto de Maxi. «Una cosa muy seria, tía, pero que muy seria».

No he visto ni tengo noticia exacta de las bases que se fijarian al formarse ese espediente de aumento de empleados y creacion de esa subalterna, que al fin se aprobó; mas dudo que reporte ventajas de consideracion á la renta, y creo que mas que de utilidad sea de gravámen; asi lo persuade el saber que el administrador jeneral D. Pablo Fernandez Alonso sirvió en ella muchos años sin los altos empleados que hoy tienen las oficinas jenerales, la organizó y perfeccionó, llevándola á un grado de esplendor por los productos que rendia, que es fácil conocer cotejando cómo recibió la renta y cómo la entregó á su sucesor.

Es lo más amable... replicó doña Desdémona, y llevándola aparte, añadió : Si está bueno y sano... ¡Si viera usted qué contento y qué tranquilo...! Nada, como la persona de más juicio. Yo creo dijo la de Jáuregui , que si no está curado, le falta poco. ¿Y qué hay de eso? Esta mañana volvió Quevedo. Todavía nada... Esperando por momentos... Ella, con mucho miedo.

«De lo que estaba convencida era de que en Vetusta se ahogaba; tal vez el mundo entero no fuese tan insoportable como decían los filósofos y los poetas tristes; pero lo que es de Vetusta con razón se podía asegurar que era el peor de los poblachones posibles». Un mes antes había pensado que el Magistral iba a sacarla de aquel hastío, llevándola consigo, sin salir de la catedral, a regiones superiores, llenas de luz. «Y capaz de hacerlo como lo decía debía de ser, porque tenía mucho talento y muchas cosas que explicar; pero ella, ella era la que caía de lo alto a lo mejor, la que volvía a aquel enojo, a la aridez que le secaba el alma en aquel instante».

Palabra del Dia

ancona

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