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Actualizado: 8 de junio de 2025


El árido campo se convirtió en ameno lugar de recreo, y en él surgieron los copudos árboles, las calles enarenadas, las caprichosas sendas, los cuadros de flores, el estanque de limpias aguas, las rústicas casitas, los cenadores cubiertos de ramaje, las fuentes marmóreas, las estatuas, los jarrones, y todo aquel hermoso jardín á quien el pueblo dió el nombre de Delicias.

Entre nosotros se ha llamado arquitectura plateresca, quizá por el gran número de obras en este género que en aquella edad de opulencia emprendieron nuestros plateros, tanto de objetos para el culto, como de vasos, jarrones y otras alhajas para príncipes y particulares ricos que se cincelaban con suma inteligencia y pericia. Véase la lámina que representa el Interior de la catedral.

Una vez, sorprendiome Magdalena en las alamedas del parque, en medio de mis reminiscencias; acompañábala Julia llevando un enorme fajo de crisantemos que había cogido para ponerlos en los jarrones del salón. Un macizo, poco espeso, de laureles, nos separaba. ¿Está usted componiendo algún soneto? me dijo a través de los árboles. ¿Un soneto? ¿A propósito de qué?

Hubo un corto silencio y volviendo a su labor de ir colocando con arte las flores en los jarrones, habló Camila de este modo: Sin duda cree usted, señor Delaberge, que es demasiado absoluto mi aislamiento... ¡Dios mío, también yo, algunas veces, lo creo así!... Y me pregunto si no haría mucho mejor modificando un poco mi existencia, aunque es ésta una pendiente hacia la cual no me agrada guiar mis ensueños... Y no obstante...

Una verja rematada por jarrones del siglo XVIII se extendía ante la portada, cerrando un atrio de anchas losas, en el cual verificábanse en otros tiempos las aparatosas recepciones del cabildo y admiraba la muchedumbre los gigantones en días de gran fiesta.

Estaba yo terminando de arreglar las flores en los inmensos jarrones de los ángulos, y echando una ojeada a los almohadones para convencerme de que estaban bien colocados, cuando el cura me sorprendió, en el momento en que me disponía a subir a mi cuarto a esperar que la abuela tuviese a bien llamarme.

El invernáculo era otro gran salón de cúpula, ofreciendo magnífico conjunto de enormes jarrones azules realzados por adornos de oro, dobles cajas de plantas, estatuas medio ocultas bajo el ramaje, divanes rodeados de taburetes, y banquillos esparcidos bajo los grandes abanicos de las palmeras, de los bejucos colgantes con sus pálidas flores color de cera, y de las hojas barnizadas y espesas corolas blancas de las magnolias.

Mira en prueba, me dijo, a qué se redujo cuanto estos vasos contenían; y destapándolos sucesivamente no me mostró sino ceniza; y estas urnas, prosiguió, llenas de piedras preciosas, que por fineza mía y adehala debida a tu buena voluntad te destinaba, todas se han vuelto de carbón; y era así como él decía, siendo las urnas como aquellos jarrones de porcelana que se conservan en los Adarves, y fueron hallados en el aposento de las ninfas llenos de amatistas, topacios y esmeraldas.

Un obús había caído en el foso, levantando una enorme columna de agua, haciendo volar en fragmentos las carpas que dormían en el barro, rompiendo una parte de los bordes, convirtiendo en polvo la balaustrada blanca con sus jarrones de flores. Se lanzó á correr con la ceguera del terror, viéndose de pronto ante un pequeño redondel de cristal que le examinaba fríamente.

Al día siguiente de aquel en que Delaberge había ayudado a la señora Liénard al arreglo de sus jarrones, Simón Princetot, terminado el almuerzo, atravesó la cocina del Sol de Oro y se dirigió hacia la escalera que conducía a la habitación roja. Había ya puesto el pie sobre el primer escalón cuando la señora Miguelina que le seguía con mirada ansiosa, le preguntó: ¿Dónde vas?

Palabra del Dia

lanterna

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