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Actualizado: 27 de junio de 2025


Su carácter fácil le había hecho adoptar sin resistencia el género de vida de su familia, pero el deseo de algún afecto tierno y duradero, el deseo ardiente de soportar alguna influencia que le facilitara la procura del bienestar que prefería, hacían ante sus ojos que la limpieza, la pureza, el buen orden y la liberalidad de la casa Lammeter iluminada por la sonrisa de Nancy fuesen iguales a esas horas frescas y brillantes de la mañana, en que las tentaciones dormitan, y sólo se oye la voz del ángel bueno que invita al trabajo, a la sobriedad y a la paz.

Vino el sueño, y vino dulce y halagador, como un amigo cariñoso que acude a nuestro llamado para darnos consuelo, para reanimar el abatido corazón; como una hermana compasiva que se acerca a nuestro lecho, acaricia nuestra frente, entorna nuestros ojos, y nos invita a reposar porque sabe que padecemos y necesitamos descanso. Al día siguiente, después del desayuno, dije a mis tías lo que pasaba.

¿Cómo te has divertido, Penitente? preguntaba dándole palmadas fuertes sobre el hombro. Así, así, contestó Plácido, algo cargado, ¿y ? ¡Pues, divinamente! Figúrate que el cura de Tianì me invita á pasar las vacaciones en su pueblo, me voy... ¡chico! ¿le conoces al P. Camorra?

Ante una larga mesa cargada de cerveza están sentados una porción de antiguos condiscípulos, pilluelos la mayor parte, a los que evitaba en otro tiempo. Se le rodea, se le invita a beber y se le obliga a tomar asiento. ¿Por qué te dejas ver tan poco, Juan? le grita uno desde el extremo de la mesa. ¿Dónde te metes de noche?

Porque el último parapeto del bizco que no quiere mirar derecho es negar que entienda el que le reprende de achaques de vista; por eso, cuando le pone delante el censor detalles íntimos conocidos sólo de los del gremio, concédele al punto la ventaja inmensa de la experiencia y se rinde a discreción, pensando que, si no fue también bizco allá en sus tiempos aquel que le reprende, entre muchos que bizquean debieron de apuntarle los dientes; y gran paso es ya este dado en el corazón que quiere ganarse, porque le invita a la confianza y le asegura la indulgencia, la idea de que aquel censor inexorable estudió en su mismo libro y venció sus mismas flaquezas.

Los invita a bañarse haciéndoles pensar que no tiene media vara de fondo, y luego los estrangula miserablemente entre sus aguas verdes. No se hallarán dentro náyades de celestial hermosura quebrando al nadar con sus brazos de alabastro los frágiles cristales, ni saldrán de noche a jugar sobre su linfa las graciosas ondinas, de cabellera blonda.

Dobla y dobla lentamente negra campana de hierro que invita con són doliente al entierro. ¡Qué solemnes pensamientos despiertan esos acentos!

Valiéndose de un viento favorable, os invita á proseguir vuestra ruta, y entonces se apresura á ceñiros con sus robustos brazos. No hagáis caso de ese viento favorable y volvedle la espalda, si es posible. Navegad cuan distantes podáis de tan peligroso compañero. No boguéis en conserva, pues espiará el momento para encadenaros, comprometeros en su vertiginosa danza, engulliros.

La intriga se arma en la calle Florián, preguntando a éste y a aquél, si están invitados a la tertulia en casa de X... y cuando llega la hora del Altozano, toda la cachaquería no habla de otra cosa. Al fin, la especie llega a oídos de la víctima elegida, que, si es hombre de buen gusto, sonríe e invita.

Si usted me invita... No, no lo invito, pero quiero que venga me repuso con firmeza. ¿Usted lo manda?... avancé yo extendiéndole la mano. Valentina miró en derredor; nadie nos observaba; tomome la mano y oprimiéndomela con la suya: Lo exijo me dijo a media voz. ¡Valentina!...

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