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Actualizado: 1 de junio de 2025
Nébel no cabía en sí de gozo, y como la señora no parecía inquietarse por las preocupaciones jurídicas de Nébel, éste prefirió también un millón de veces tal presencia a la del abogado. Con todo, se hallaba sobre ascuas de una felicidad demasiado ardiente y, como tenía 18 años, deseaba irse de una vez para gozar a solas, y sin cortedad, su inmensa dicha. ¡Tan pronto, ya! le dijo la señora.
La muchacha habló débilmente de la necesidad de volver a casa en seguida, pero Isidro protestó. Su padre no iba a inquietarse por tan poca cosa; la creería, como otras veces, en casa de su compañera de Bellasvistas. Tal vez a aquellas horas estaría ya en el «Ventorro de las Latas», preparando su marcha a El Pardo. Unos faroles de papel iluminaban el merendero con difuso resplandor.
Después de haberle hecho algunas preguntas triviales sobre la salud de su padre, Huberto opinó con desenvoltura que debía ser un malestar pasajero del que no había por qué inquietarse demasiado; en seguida, con aire indiferente pasó a otros asuntos. ¡Ah! exclamó de pronto, he tomado para esta noche un palco en el Teatro Francés. Hoy es ese estreno que usted deseaba ver.
A la madrugada, se levanta la bruma de mar. Comienzan todos a inquietarse. Toda la tripulación está sobre cubierta. El capitán no abandona la toldilla... En el entrepuente, donde van metidos los soldados, la obscuridad es completa; la atmósfera está calurosa. Algunos están enfermos, tendidos sobre sus petates. El buque cabecea horriblemente; no se puede permanecer de pie.
Con mucha frecuencia daba a su marido el espectáculo de sus apartes misteriosos con el señor de Sontis; elegía indiscretamente el momento en que su marido atravesaba el patio, para arrojar por la ventana alguna flor de su corpino al oficial de cazadores; quedábase atrás con él, en los paseos a caballo, perdíase en el bosque, y no volvía hasta el caer de la noche en momento en que el barón empezaba a impacientarse, cuando no a inquietarse.
Mi querido señor dijo al marqués la vizcondesa poniéndose de pie , los dos tenemos necesidad de reposo... y todavía más de reflexión... por otra parte, deben empezar a inquietarse en el palco de enfrente por su ausencia. Pierrepont hizo un gesto de soberana indiferencia.
Pero el manuscrito se interrumpía nuevamente, para reanudarse tres meses más tarde. "4 de marzo de 19... "¡Cuánto tiempo sin escribir en mi diario! Estoy desganada, triste. Algo raro pasa en mí. Ni quiero pensarlo. Pensar es inquietarse, sufrir". "5 de marzo. "¡Qué cosas lindas ha dicho Julio esta tarde, así, al azar de la conversación!
Sabiendo que el Cura, el Alcalde y el Recaudador de contribuciones son tres fuerzas ó personas distintas que forman una sola potencia verdadera para dominar el distrito, la diplomacia del paisano consiste en lisonjear, á esas tres entidades, vivir en buena armonía con ellas, ocultarles los recursos de que dispone y dejar que ruede la bola del vecino, sin inquietarse por nada.
Pero, puesto que ella iba a casarse, y se iría de la casa, se consolaría, sin duda, cuando no la viese más. Los sentimientos más violentos no resisten a las largas separaciones. ¿Por qué, entonces, inquietarse tanto por aquel dolor pasajero? Ella también, debía olvidarlo.
Supongo que si la señora Percival supiera que he venido sola aquí, me daría una grave conferencia sobre la impropiedad de venir a visitar a un hombre en sus habitaciones me dijo riendo, después que la saludé y cerré la puerta. Casi se puede decir que es la primera vez que me ha honrado con una visita, ¿no es así? Y me parece que no necesita inquietarse mucho por lo que piense la señora Percival.
Palabra del Dia
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