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Pero es de advertir que no habiendo regla sin escepcion, nadie que haya sido alcalde ó correjidor en las provincias de Filipinas puede formar queja, porque nada se dice en particular contra los buenos alcaldes ó correjidores; los ha habido, los hay y los habrá muy buenos y laboriosos; pero tambien por el contrario los hubo y habrá malísimos, porque los hombres no son siempre unos, y tales cuales deberian ser para y sus semejantes: mas dejemos esta materia, de que ya se ha tratado y se ha vuelto á tocar aqui, porque los alcaldes y correjidores recaudan y administran parte de la hacienda nacional, y pasemos á tratar de los empleados, contribuciones y rentas.

Preparada así la opinión pública, no hay sacrificios que la ciudad de San Juan no esté pronta a hacer en defensa de la federación; las contribuciones se distribuyen sin réplica, salen armas de debajo tierra; Facundo compra fusiles y sables a quien se los presenta. Los Aldaos triunfan de la incapacidad de los unitarios, por la violación de los tratados del Pilar, y entonces Quiroga pasa a Mendoza.

Señor alcalde dijo una pobre viuda , si tanto empeño tiene usted en hacer mejoras, disminuya usted las contribuciones, póngalas como estaban antes, en tiempo del rey, y deje usted a las cosas los nombres que siempre han tenido. Si tanto le place a usted el nombre de Urdax dijo una joven , póngaselo a propio.

En las provincias, los procuradores de los prestamistas romanos al 4 0|0 mensual, y los publicanos o empresarios de contribuciones, eran un flajelo más temible que las pestes y las inundaciones. "Además de la contribución territorial, había una sobre las industrias, que se pagaba cada cinco años.

El sistema de imposicion está muy léjos de ser sencillo, puesto que en él figuran las contribuciones directas é indirectas de todo género y aun uno ó dos monopolios; pero como reposa en el principio de la igualdad, y como el gobierno es modesto en sus gastos, es casi constante la feliz circunstancia de un exceso de rentas sobre el monto anual de los gastos públicos.

Los obispos y los curas, como delegados del reino de los cielos para dirigir las almas, atar y desatar desde aquí para allá, para absolver y condenar, exigir contribuciones y consumirlas, administrar la gracia y la ira divinas, imponiendo penitencias y excomuniones o concediendo indulgencias; el príncipe y sus lugartenientes y delegados para las mismas funciones en lo concerniente a los asuntos de la tierra.

Si alguna vez se les ocurre entrar en el número 22 de la calle de la Montera, cuarto bajo, contemplarán con lágrimas de enternecimiento un enjambre de inocentes y juguetones cachorrillos adiestrándose para meterlos mañana u otro día en la cárcel cuando voten a un candidato de oposición, impedir que se reúnan con sus amigos, y subirles discretamente las contribuciones.

La serie de documentos es larga, y sería prolijo, para un artículo, detenerse más en dar cuenta de ellos. Los que más abundan son los contratos entre particulares y los escritos relativos al cobro de las contribuciones, las cuales eran en dinero, en toda clase de cereales, viandas y frutos, y hasta en equipo para los militares.

Anunció el burrero con profética gravedad que pronto se quitaría todo el dinero metálico y no quedaría más que papel, hasta para las pesetas, y que echarían nuevas contribuciones, inclusive, por rascarse y por darse de quién a quién los buenos días.

En todos los pueblos vivían los hombres así, con el rey y los nobles como los amos, y la gente de trabajo como animales de carga, sin poder hablar, ni pensar, ni creer, ni tener nada suyo, porque a sus hijos se los quitaba el rey para soldados, y su dinero se lo quitaba el rey en contribuciones, y las tierras, se las daba todas a los nobles el rey.