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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Violante es también consolada por el bandolero, compasivo entonces de una manera tan inesperada; Don Mendo dice quién es, y refiere que, por orden del rey D. Pedro de Aragón, había hecho un viaje por razones de estado, y que regresaba entonces á Zaragoza, en donde esperaba alcanzar del Rey el perdón en favor de su generoso salvador.

Sin embargo, la popularidad de Melisa se hundió por una circunstancia inesperada.

Aunque evidentemente conmovida Beatriz ante esta insinuación inesperada, la acogió sin protestas y hasta sin objeciones. Quizás en el fondo de su alma turbada, empezaba a desconfiar de su propia constancia deseando así que una mano potente viniese a salvarla de esa lucha que cada día más presentábase a ella como más dolorosa, como más imposible.

Penetrado en parte de esta idea y en parte infinitamente más grande de la emoción que le produjo la inesperada ternura de su novia, repuso con acento conmovido: Escucha, María..., ya sabes que yo no soy ni he sido nunca un incrédulo... Es verdad que he mirado con cierta tibieza las prácticas religiosas, pero también debes saber que éste es un vicio frecuente en los jóvenes y particularmente entre los militares... Por lo demás, te lo digo con toda la sinceridad de mi alma, jamás me ha abandonado la fe que mi santa madre me inculcó en la niñez.

Godfrey apenas tenía conciencia de que aquella ocasión inesperada de hablar con Nancy y a solas lo había puesto fuera de ; y un sentimiento ciego se había apoderado de su lengua. Nancy experimentó realmente una agitación extrema ante la posibilidad que sugerían las palabras de Godfrey.

Quedó Maltrana indeciso, no sabiendo qué gesto adoptar ante una afirmación tan inesperada... Luego se encogió de hombros y volvió a reír, como si leyese en el pensamiento de Ojeda.

Bonis se había encerrado en su alcoba, ya que su mujer rechazaba enérgicamente las expansiones del futuro padre, que hubiera deseado vivamente saborear en santo amor y compaña de su esposa las delicias de la inesperada y bien venida noticia que acababa de darles D. Basilio.

Al mismo tiempo le regocijaba pensar en el mal gesto que pondrían aquellas gentes ante su presencia inesperada. ¡Caería en Las Arenas como una bomba. ¡Je, je, je! Y riendo se despidió del capitán, para subir en el tranvía. Cuando á media tarde entró en el hotel de Sánchez Morueta, encontró en un salón á su prima y su sobrina con el imprescindible Urquiola.

Bebió un poco de vino, probó la fruta y se abalanzó por fin al café, como si éste fuese su único alimento. Después hizo seña al criado para que se llevase los platos casi intactos. Mira, hijo mío dijo con dulzura inesperada. Llévate todo eso; cómetelo y que de salud te sirva.

No digas nada, susurró al oído de Charito; pero a ese que allí ves, lo quiero y lo querré toda mi vida. La miró Charito con aire extraordinariamente sorprendido, como si su amiga la humillara con esta inesperada confesión. Y mientras Lucía Moreno rehusaba sentarse, alejándose hacia la sala vecina, con la señorita Ivonne: ¿Julio Lagos? No te hará caso, que es amigo de Muñoz, amigo íntimo.

Palabra del Dia

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