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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Mira tú, en París de Francia, el cuento ese de la Comun... ¡Anda si pusieron lo de arriba para abajo! ¡Anda si se sacudieron! No quedó cosa con cosa... así, así debemos de hacer aquí, si no nos pagan. ¿Y allá, qué hicieron? Amparo bajó la voz. Prender fuego... a todos los edificios públicos.... Un murmullo de indignación y horror salió de la mayor parte de las bocas.
Encendíase la sangre en generosa indignación al pensar que a la semana siguiente el Noticiero de Dutch Flat, contestó a la tierna pregunta con una chanza pobre y brutal, haciendo constar que el ciprés es una planta exótica y desconocida por completo en la flora de la comarca.
Andrés, detenido en medio del corredor, perseguía a la joven con una mirada estuosa y voraz, y las señoras de la casa, asomadas unas a cada puerta, atisbaban procaces y malignas. Fernando, desde la entrada del comedor, sonrió sobre aquella escena amarga, sin sorpresa ni indignación aparentes, y le dijo a Carmen, que se le había acercado medrosa: Anda, vente conmigo un poco a la huerta....
No tardó en presentarse el rechoncho caballero, rojo de indignación, con la inaudita noticia de que acababa de enviar un cartel de desafío á los señores de Chandos y Fenton, cancilleres del ducado de Aquitania y á quienes el príncipe encomendara la elección de los caballeros que con tanto lucimiento sostuvieron el honor de las armas inglesas en el torneo de la víspera.
El joven retrocedió asombrado, como si repentinamente acabasen de herirle en medio del pecho. ¿Irte? ¿Y lo haces con esa frialdad?... ¿Irte tú, así, así, en plena dicha? Se tranquilizaba a los pocos momentos. Aquello no era más que la resolución momentánea en un arranque de indignación. No se iría, ¿verdad?
La muchedumbre, al ver sus lágrimas, prorrumpió en una carcajada sonora. Nunca le había parecido tan gracioso el Hombre-Montaña. El profesor, atolondrado por la caída del coloso, corrió detrás de él dando alaridos de indignación. Luego, al ver que lloraba, lloró igualmente; pero, á pesar de su pusilanimidad, pensó que las lágrimas no podían resolver nada y su dolor se convirtió en indignación.
A pesar de las promesas de seguridad y las sonrisas de los oficiales del buque, muchos pasajeros contemplaban con un gesto de indignación el Océano, lo mismo que si se quejasen de la infidelidad de un amigo. Cuando todos vivían olvidados del mar, éste se hacía presente con una cólera insólita.
Mientras se desahogaba de este modo en un flujo intermitente de palabras, el rostro de Gonzalo iba expresando sucesivamente la indignación, la tristeza, la cólera, el desprecio, todas las emociones que agitaban su alma al recuerdo de sus padecimientos.
Finalmente, éste se partió y al cabo de dos ó tres meses se supo que estaba casado ya hacía años en Sevilla y separado de su esposa. Puede calcularse la estupefacción, el dolor, la indignación de aquella noble familia. D.ª Beatriz estaba en cinta. Su madre adoleció tan gravemente que antes de un mes pasó á mejor vida.
Sin embargo, supe, por fortuna, contenerme y guardar silencio, prefiriendo ocultar lo que sabía y esperar el desenvolvimiento de los hechos y de aquella extraordinaria situación. Sin embargo, mi corazón rebosaba de indignación y unos feroces y locos celos lo roían.
Palabra del Dia
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