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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Iba á responder éste, acometido de súbita indignación, pero Quino, ilustre siempre por su prudencia, le sujetó por la manga de la camisa diciendo en voz baja: ¡Déjalo! ¡déjalo! Es peor. Se hicieron, pues, los suecos. Regalado prosiguió su monólogo que hacía volver la cabeza y sonreir á los que estaban cerca.

Y en prueba de la indignación con que rechazaron el supuesto, las damas más principales de la villa se constituyeron en enfermeras al lado de su cama, no dejándole un instante solo, relevándose noche y día cada pocas horas, como si hiciesen la guardia al Santísimo. D. Narciso merecía estas atenciones del bello sexo.

Pero Polidora, muy ofendida y roja de indignación, declaró secamente que lo que no estaba bien para la señorita no lo estaba para ella y que, por otra parte, no tenía afición ninguna a visitar perdidas. ¿Comprendes a la joven y dulce virtud de Polidora temblando por su pureza?

¡Ah, y con cuánto dolor de corazón, con qué santa indignación los que aman a Dios oyen hablar de esas infamias! Mas la paciencia del justo es luego ira terrible, y el cordero se hace sañudo tigre, que dicen las famosas palabras del Santo.

Estaba indignado, al parecer, y su indignación la comunicaba de grado o por fuerza a los Infanzones. Señores exclamaba ya lo ven ustedes: esta capilla es el lunar, el feo lunar, el borrón diré mejor, de esta joya gótica.

Viéndose burlados y llenos de la mayor indignación y odio hacia el juez, acordaron vengarse, y concibieron un plan que no tardaron en llevar á cabo.

Modestísimo rubor en el rostro de la agraciada, que extiende las manos y mueve la cabeza diciendo que no... La duquesa de Bara la anima cariñosamente... La García Gómez detiene su indignación, hasta ver si está ella incluida en la lista... Tras el telón, Butrón mira a Pulido, y Pulido mira a Butrón, y ambos se ríen... El tío Frasquito, envuelto en su dignidad, permanece en cuclillas... Diógenes aparece sobre el tablado y busca algo junto a la pared, dentro de los bastidores del lado izquierdo... La marquesa de Butrón prosigue...

Lamagorza, este truhán me ha matado... ¡Qué país!, ¡qué país!». Alguien apoyaba por allí cerca estas sentidas razones con otras igualmente enérgicas, que revelaban una indignación fulminante. Era el pavo, que avanzó haciendo la rueda y arrastrando las alas hacia el señor comisario herido.

Una noche, después de oír un sermón soporífero, entró en su tocador casi avergonzada de haber estado dos horas en la iglesia como una piedra; oyendo, sin piedad y sin indignación, sin lástima siquiera, necedades monótonas, tristes; viendo ceremonias que nada le decían al alma.... Oh, no, no se dijo, mientras se desnudaba yo no puedo seguir así...

Y al decir esto miró al vendedor con tanta indignación como si fuese un enemigo del sosiego público; pero el palurdo, inmóvil y con las manos metidas en la faja, no se dignó reparar en la ferocidad agresiva del avaro. Además continuó don Juan , ¿para qué quiero yo eso?

Palabra del Dia

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