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Actualizado: 5 de junio de 2025
Antonia, acercando sus labios al oído de Avrigny le dijo en voz muy baja: Está usted celoso, tío. ¿Yo? exclamó el doctor. Sí afirmó la joven y esos celos llegan a hacerle obrar mal. ¡Dios de bondad! exclamó el doctor inclinando la cabeza con profundo abatimiento. Yo creía que sólo Tú, con tu omnisciencia infinita, conocías mi secreto. ¿Acaso hay en ello algo que pueda causar horror?
Quien mirase el Casino por su fachada sur, podía ver desde luego el numen que allí recibía culto y sacrificios: la Ninfa de las aguas, inclinando la urna con graciosa actitud, mientras salen a sus pies de entre un cañaveral dos amorcillos, y uno de ellos, alzando una valva, recoge la sacra linfa que de la urna copiosamente fluye.
¡Ja! ¡ja! ¡ja! exclamó la anciana bruja, inclinando siempre su alto peinado hacia el ministro. Bien, bien: no necesitamos hablar de esto durante el día; pero á media noche, y en la selva, tendremos juntos otra conversación.
¿Por qué me los negaría? exclamé. Yo pertenezco a una distinguida familia de la provincia del Miño. Soy licenciado, por lo tanto, en China como en Coimbra, soy letrado. He pertenecido a una oficina del Estado... Poseo millones. Tengo la experiencia del estilo administrativo... El general se iba inclinando respetuosamente ante la abundancia de mis atributos.
Esto no es serio; le van á castigar; el cuartel...los oficiales.... Pero ella está ya en el pescante, inclinando hacia el conductor su rostro ceñudo, esforzándose por encontrar un gesto de graciosa seducción. Yo te recompensaré. Llévalos y te daré un beso. Sonríe el soldado débilmente, mirándola á la cara para apreciar el valor del ofrecimiento.
Pasaba la mañana leyendo en la cama: las tardes y las noches en el café discutiendo a gritos lo que había leído por la mañana. Los vecinos no le querían; pero respetaban mucho su ilustración y talento. ¿Quién ha pedido la palabra? preguntó don Rosendo. Suárez... Sinforoso Suárez dijo el joven inclinando su busto sobre la barandilla. Usted la tiene, señor Suárez.
Sí, respondió Jenny inclinando ligeramente la cabeza. Este papel no es el mejor de mi repertorio. Si viene usted á oirme la Traviata, le gustaré más. No lo creo, dije con atrevimiento. Me sería muy penoso ver á usted morir en escena. La cantante levantó la cabeza, fijó su mirada en la mía y dijo: ¿Por qué? Porque esa muerte me traería punzantes recuerdos. Jenny se echó á reír. ¡Ah!
Las maromas rechinaban, los palos gemían en los agujeros que los aprisionaban y las velas se doblaban bajo el soplo de la brisa, inclinando las embarcaciones harto más de lo que desearan las señoras. El agua al dejar paso se rompía, produciendo un garganteo flautado que sonaba en la proa, deslizándose después por ambos costados con rumor de sedería que se despliega.
La marquesa se adelantó entonces, y sin asco ni temor apretó entre las dos suyas aquellas manos sudorosas. ¡María!... ¡María!... exclamaba Diógenes. ¿Qué es eso, Perico?... ¿Qué es eso, hombre? decía ella dulcemente, inclinando su rostro lleno de lágrimas sobre el desencajado del viejo.
A Clara, que estaba completamente desfallecida y con la cabeza debilitada, le parecía caerse á cada paso, y que el suelo se iba inclinando más cada vez, negándose á soportarla. Llegó á creer que nunca terminaba aquel descender precipitado, hasta que por fin sus pies pisaron en llano. Estaba en la calle de Segovia, y se le figuraba haber caído en un abismo.
Palabra del Dia
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