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Actualizado: 18 de octubre de 2025
La luz difusa del alba, daba un tono azulado a su tez morena; hacía brillar con reflejos de nácar la blancura de sus córneas y marcaba con huella profunda la sombra de sus ojeras. Por la parte de Jerez abríase el cielo con un desgarrón de luz violácea, que iba extendiéndose, y borrando en su seno las estrellas.
Sin embargo, el hombre modesto, el que no pregona su ascensión, ni ambiciona la gloria efímera de haber subido á algún pico de difícil acceso, también experimenta una gran alegría cuando huella una elevada cumbre. Saussure no ha pasado tantos años con la mirada fija en la cúpula del Monte Blanco, ni ha intentado su ascensión tan repetidas veces con el único fin de ser útil á la ciencia.
Las horas siguientes las pasó el príncipe silencioso y preocupado. ¡Tantas novedades de una vez!... La existencia de aquel hijo que nunca había podido sospechar; la amorosa feroz convertida en madre; sus lágrimas, su tormento silencioso que arrastraba como cadena expiatoria á través de una vida loca... Y por encima de todas estas sorpresas, la que él había experimentado en su interior, la resurrección del hombre de otros tiempos, la nueva caída en la servidumbre carnal, el doble latigazo recibido en su estructura nerviosa al aspirar el perfume del suave lienzo y al sentir en su frente la huella de sus labios...
Aunque éstas no fuesen más que imaginaciones que vivían ocultas y satisfechas en el magín de nuestro señorito, todavía lograron trasladarse un tanto á la vida real por la fuerza de la costumbre y la huella que iban dejando en su espíritu.
Teresa y su hija, rendidas por el llanto, agotada la energía después de tantas noches de insomnio, habían acabado por quedar inertes, cayendo sobre aquella cama que aún conservaba la huella del pobre niño. Batistet roncaba en la cuadra, cerca del caballo enfermo.
Su mirada es decidida Y negra su cabellera; Y una sonrisa atrevida Del labio está suspendida Revelando una alma fiera. Lleva un facon en la falda, Lleva un poncho balandran Terciado por media espalda, Y del campo la esmeralda Huella en un potro alazan. El otro es Pedro de Obando, Compañero de fatigas De Zamora, y peleando Anda con él desafiando Las partidas enemigas.
Desaparecían los bocados entre sus labios de rosa sin dejar huella de su paso; funcionaban sus mandíbulas sin que este gesto disminuyese la hermosa serenidad del rostro; llevábase la copa a la boca sin que la más leve gota de líquido quedase como perla de color en sus comisuras. Así comían seguramente las diosas.
Tú eres la flor que he visto en este valle, Y cuando de él me aleje mi destino Recordaré en el áspero camino Tus virtudes, tu gracia y candidez; Y este recuerdo en tu álbum estampado Es la huella fugaz del pasagero, Que al pasar á la sombra del palmero Su cifra misteriosa grava al pié. QU
Su amor, o más bien el fantasma, la apariencia de amor que ella creaba y alimentaba en su alma, era tan sutil y vaporoso, que se deslizaba hasta el seno de los más empedernidos, despertando a veces tempestades, y no dejaba huella ni rastro de su paso. Se desvanecía como sombra; era ilusorio, vano como silfo, y tenía la fuerza de un gigante para destrozar corazones.
La huella es única, la mula marcha a su voluntad, no había otro medio de transporte, y el indio, que durante la monarquía incásica vivía y moría en el mismo pedazo de suelo, como el siervo feudal, encargaba siempre, por la tradición, de su raza, que en caso de muerte, lo confiasen a su mula fiel, que lo llevaría a reposar entre los suyos.
Palabra del Dia
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