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Actualizado: 20 de julio de 2025


Tiene alguna analogía con árnica, en cuanto á la irritabilidad de la fibra, y guarda un término medio entre esta y el zumaque.

En ninguna parte he visto mendigos tan horribles y repelentes como en Inglaterra; pero es justo hacer una distincion: en Inglaterra el mendigo pide sin hablar, extendiendo la mano, y guarda silencio y se retira cuando no le dan.

Don Pedro expresa en un monólogo los afectos encontrados, que bullen y luchan en su alma, por ser él el pretendiente de Violante; y aunque por una parte los deberes de la amistad exigen que lo declare, sin embargo, por otra ha prometido á Violante guardar el silencio más absoluto acerca de sus relaciones amorosas; no puede evitar tampoco, al oir la confesión de Don Jerónimo, cierto arranque de celos, resolviendo, en su consecuencia, espiar con esmero á su amada, para averiguar si le guarda la fidelidad debida.

No, señor; ni al lucero del alba que viniese con una torta en la mano. Pues por eso digo, que en cambio de mi voluntad que le he dado, me da Vd. un desprecio. Yo no desprecio á Vd. ¡Pero no me quiere dar oídos! Si no es hoy, mañana será; ó he de poder poco. Señor, exclamó azorada y ofendida Varmen. ¡Á carrera larga nadie escapa!, repuso el guarda, cogiendo su escopeta y alejándose.

Aquí, recogida una en , y en esta soledad del pensar, cuando se vive a cien mil leguas del mundo, se puede una decir ciertas cosas, que ni a la mejor de las amigas ni al confesor se le dicen nunca. ¡Qué hermosa soy! Cada día estoy mejor. Soy cosa rica, todos lo afirman y es verdad... ¡Dios de mi vida, las dos! Este chasquido que oigo es el muellecito de la caja en que Melchor guarda su pipa.

Y así, ya que, en todo o en parte, has seguido siempre mis consejos, sigue y guarda uno que ahora te diré, para que sin engaño y con medroso advertimento te satisfagas de aquello que más vieres que te convenga.

Te advierto también que el Cura es el único hombre, fuera de nosotros dos, que sabe lo que se guarda en esta pared.

Las tres muchachas no salen de casa, sino custodiadas por la autoridad de doña María. Aquí doña Flora y yo hemos trabajado lo que no es decible para que lord Gray se franquease con nosotras, y nos lo revelara; pero es tan prudente y callado, que guarda su secreto como un avaro su tesoro. Lo sabemos por las criadas, por la murmuración de algunas, muy pocas personas de las que van a la casa.

Garay de Buenos Aires ha salido El río arriba, dicen, con mal pecho: Que desque uno se ve en gloría subido, A tuerto ha de subir su casa al techo. Y como en todo bien le ha sucedido, De su ventura estaba satisfecho; De guarda ò centinela no se cura, Que fué causa de triste desventura.

Rezábase entonces por cuanto es posible rezar en este mundo y en el otro, por las ánimas del purgatorio, por el Santo Ángel de la Guarda, por el santo de su nombre, por los caminantes y navegantes para que Dios los conduzca á puerto de salvación, á San Roque bendito, abogado de la peste, por la paz y concordia entre los príncipes cristianos, etc., etc., terminando siempre con un Padre-nuestro á todos los santos y santas, ángeles, serafines, tronos y dominaciones de la corte celestial, para que nos ayuden en la hora de la muerte.

Palabra del Dia

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