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Actualizado: 15 de junio de 2025


Casado con la viuda de Francisco Martín de Alcántara, hermano materno del marqués Pizarro, y que murió a su lado defendiéndolo, trájole ésta pingüe dote. Tomó gran participación en las guerras civiles de los conquistadores, y después de la rebeldía de Girón marchó a España en 1557 con el nombramiento de procurador del Perú.

»Al reconoceros, al daros lo bastante para que un noble pueda vivir en la corte de sus reyes como conviene á su nombre, he cumplido con Dios, con mi corazón y con mi honra. Un Girón, por más que sea bastardo, no puede llevar sino como antifaz, y durante cierto tiempo, un apellido ajeno por noble que sea. Escribo esta carta con las lágrimas en los ojos; acabáis de nacer y lloráis junto á mi.

No; no, señora: y si os lo revelo á vos, es porque su majestad la reina... ¡La reina!... Ya que se ha dignado favorecer á mi sobrino... á don Juan Girón, quiero decir... debe satisfacerla que alienta en sus venas la generosa sangre de los Girones.

De don Juan Téllez Girón, querréis decir, señora dijo el cocinero mayor. De Juan Montiño digo repitió con impaciencia la Dorotea. Juan Montiño, hija mía dijo dolorosamente el tío Manolillo , es don Juan Téllez Girón.

Y ni por sueños pasó por la imaginación de la duquesa, que aquel hombre pudiera ser don Pedro Téllez Girón. Tan imprudente le creía doña Juana, que á habérsela ocurrido aquel pensamiento, le hubiera desechado como absurdo. Y eso que siempre tenía en la memoria al duque de Osuna, porque le amaba. Pero para ella sola, con un amor encerrado en el fondo de su alma.

Destierro de doña Clara Soldevilla. ¡Otra dificultad! ¡la ama el rey! ¡Destierro de doña Clara Soldevilla! Se procurará. Prisión y proceso á don Juan Téllez Girón y don Francisco de Quevedo. Eso ya está hecho. Don Francisco de Quevedo va camino de Segovia, y don Juan está preso en la torre de los Lujanes. En cuanto al bufón y al cocinero, dejadme obrar. Bien, muy bien.

Llegó, y antes de poner aquella llave que tan cara, y al mismo tiempo tan dulcemente había comprado, se estremeció, dudó, retrocedió: temía que un accidente cualquiera denunciase, descubriese aquella su entrada subrepticia casa de la duquesa: pero el duque de Osuna, don Pedro, no retrocedía tan fácilmente; antes que dejar abandonada á misma á la duquesa, arrostró por todo: confiaba en su nombre, en su fama; ya en su juventud, don Pedro Téllez Girón era un magnífico grande, á quien se respetaba poco menos que al rey.

Pero, ¿sabíais que el señor duque?... , por cierto; su excelencia se ha levantado para la mitad de la carátula. ¿Y qué hacer? Decir á voces, para que todo el mundo lo oiga: yo soy don Juan Téllez Girón, hijo del grande Osuna... pero por lo pronto hay que hacer otra cosa: recibir esta carta que vos no esperábais. ¿Acaso una carta de mi padre?

¿Y cómo le recobrásteis? No le recobré yo. ¿Pues quién fué? Ese caballero, que no por qué razón acertó á venir con dos amigos por la Cava Baja, cuando ya se llevaban el cofre. ¡Don Juan Téllez Girón! ¡Ah! ¿sabéis ya cómo se llama? Anoche le casé. ¡Que le casásteis! , con doña Clara Soldevilla. Pero, señor, ese mancebo ha caído de pies en la corte, todas le aman.

El escribano Gabriel Pérez, testimoniaba la legitimidad de estas firmas. Había otros cuatro papeles que eran otras tantas escrituras públicas de bienes libres del duque, consistentes en dehesas, tierras y molinos, con una renta de cien mil ducados, cedidas por el duque como patrimonio á su hijo don Juan Girón.

Palabra del Dia

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