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Actualizado: 4 de junio de 2025
Manejaba bien la espada y la pistola, y don Paco no sabía de esgrima y jamás había tomado una pistola en la mano; pero bien podía don Paco, como lugareño que era y nada acostumbrado a perfiles y a ceremonias, perder un día la cabeza y rompérsela a él, porque tenía la mano pesada y manejaba bien el garrote, de lo cual, aunque pacífico, había dado ya diversas pruebas, además de la que salió tan cara a Antoñuelo.
Cuentan que un fraile con ribetes de tuno y de filósofo, administrando el sacramento del matrimonio, le dijo al varón: Ahí te entrego esa mujer: trátala como a mula de alquiler, mucho garrote y poco de comer.
«Yo que amaba a esta mujer exclamaba con enternecimiento, arrimando el garrote a la pared. ¡Yo que amaba a esta mujer como esposa y no como sierva, según manda el apóstol San Pablo!... ¿Tú has leído al apóstol San Pablo?... ¡Qué habías de leer tú, gran vaca!...» El vino era muy bueno, casi puede decirse que era lo único bueno en este establecimiento, y eso que no paraba mucho en la bodega.
Los trabajadores de las viñas ganan diez reales y tienen cara de vinagre. Por si han de podar con cuchilla o con tijeras, se matan entre ellos; hay Mano Negra y en la plaza de la cárcel se da garrote a los hombres, lo que no se había visto en Jerez en muchísimos años. El jornalero pincha como un erizo apenas se le habla, y el amo es peor que antes.
Así que perdí de vista estas montañas, ya me sentí otro hombre, y canté y retocé como los demás. ¡Qué palos me tienen costado estos retozos! Había un sargento en mi compañía que nunca prevenía las cosas más que una vez. Decía que él no era reloj de repetición. Á la segunda hablaba con el garrote.
Salió una voz del tumulto gritando: «¡Pedro, que matan á tu primo!» El mayordomo partió como un rayo, y vibrando su nudoso garrote empezó á repartir palos lindamente. Pronto trazó el miedo un círculo espacioso en torno suyo. Las mujeres se cogían á la cintura de los campeones, queriendo sujetarlos. La condesa, al igual de ellas, también trataba de contener á Pedro vertiendo lágrimas de susto.
Escribió y dió el Juez Real a todos los veinte y un Reos la sentencia e intimó por su fiscal la sentencia de muerte a vueltas de un garrote y de ser quemados e incinerizados después.
Algunos rescoldos brillaban aún en el hogar, y bajo la inmensa campana de la chimenea estaba sentado en la sombra Jerónimo de San Quirino, envuelto en un gran capote de estameña, con su barba rojiza terminada en punta, un grueso garrote entre las rodillas y la carabina apoyada en la pared. ¡Buenos días, Jerónimo! dijo la anciana.
Mi persona... Y revolviendo el garrote le doy con toda mi fuerza en el brazo y le hago soltar de la mano el suyo. En seguida le arrimé tres ó cuatro vardascazos en el cogote. Toma, para que te acuerdes del hijo de la tía Jeroma. ¿Pero eres tú, Bartolo?... Perdona, hombre, no te conocía. Y viene y me da la mano diciéndome: Yo contigo nunca tuve sentimiento alguno.
No importa, vamos allá... Retírate un poco hacia el arroyo para que parezcas mi criado... Perdona, rapaz, pero no hay más remedio... Tira ese garrote. Con harto sentimiento dejó Nolo su nudoso palo de acebuche arrimado á la pared de una casa y se apartó un trecho de la elegante señorita, caminando sin embargo á su lado. Ella le guió al través de las calles hacia la Puerta Nueva.
Palabra del Dia
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