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Actualizado: 4 de junio de 2025
Estos escándalos indignaban á don Joaquín y le hacían mover su caña inexorable al día siguiente. ¡Qué dirían de su escuela, templo de la buena crianza!... La lucha no tenía fin hasta que pasaba algún carretero que enarbolaba el látigo, ó salía de las barracas algún viejo, garrote en mano.
No volverás á tener otro tan majo, Bartolo. Me alegro de que haya sido mentira lo que me dijeron. ¿Qué te dijeron? preguntó un poco turbado el valiente. Que la tía Jeroma te había llevado por las orejas á casa antes de comenzar la gresca. ¿Quién dijo eso, puño? Suéltalo en seguida, porque quiero meterle estos cachos del garrote por los dientes exclamó hecho una furia el hijo de la tía Jeroma.
Un poco de susto en el primer momento, y después ¡pum, pum, pum! el escarmiento que les hace falta, el presidio, y hasta su poquito de garrote, para que vuelvan a ser prudentes y nos dejen quietos una temporada. Don Pablo iba a mandar que cerrasen las puertas y las ventanas bajas de su hotel. Si Fermín no quería quedarse, debía salir cuanto antes.
En algo parecido á esto debió de pensar después de la última escupitina con que le espabilaron las sirenas de las Cuatro Calles, porque, apenas llegó á su casa, hizo su pequeño lío, atravesó el garrote de acebo por entre los picos anudados del pañuelo que le formaba, dejóle así sobre una silla de su cuarto, y se dirigió al de su amigo, á quien endilgó un discursillo que, reducido á otras frases menos desaliñadas, venía á decir lo siguiente: «Bajo dos aspectos me interesaba la corte, vista desde el rincón de mi cocina: como centro en que se elaboraba esa política en que tan ciegamente creía, y como patria común á todos los hombres amantes de la libertad social y enemigos de los mezquinos chismes de corrillo.
Traía las manos metidas en los bolsillos del chaquetón, un garrote pinto y nudoso debajo del brazo izquierdo, y en la boca una pipa ahumando. El primero que le conoció fue el señor de Provedaño, que iba de los más delanteros entre nosotros. Se detuvo un instante para mirarle con la mano de canto sobre la frente, y se detuvo también el otro con los ojos sombríos e imperturbables clavados en él.
Y repetía lo de terreno cinco o seis veces para que el otro se fijara en el tropo y en el garrote y se diera por vencido. Comprendía que allí las discusiones de menos compromiso eran las de más bulto y de cosas remotas, y así, era su fuerte la política exterior. Cuanto más lejos estaba el país cuyos intereses se discutían, más le convenía. En tal caso el peligro estaba en los lapsus geográficos.
Un poco más abajo volvió a detenerse. La puerta de un corral estaba de par en par. En medio había un pozo y una pila de piedra rebosando agua. El perro no vio a nadie y se decidió a entrar, pero al mismo tiempo salió un hombre de la cuadra con un garrote en la mano. El hombre, que sin duda tenía poco desarrollado el órgano de la caridad, se fué hacia el perro con el garrote levantado.
Como prueba de su existencia novelesca, sólo había un muerto, un asesinato vulgarísimo en un país de vino y de sangre: y por este homicidio habían muerto unos cuantos trabajadores en garrote vil, y centenares de infelices como él vivieron en la cárcel sufriendo tormentos que a algunos les costaron la existencia.
Sí... Ayer me dijeron lo que había pasado por la mañana en tu casa. Los dos guardaron silencio. Se habían arrimado á la paredilla, el uno al lado del otro. Demetria arrancó un retoño verde de la zarza y lo deshizo entre los dedos con la mirada fija en el suelo. Nolo con los ojos abatidos igualmente daba golpecitos con su nudoso garrote sobre las piedras del camino.
He querido vencerte con las armas del bien y dominarte por la fuerza de la caridad, emanada de un parentesco que no querías reconocer. ¿Lo reconocerás ahora? ¿Se hace por un extraño lo que yo he hecho? No dijo con noble decisión Garrote . No se hace por un extraño lo que has hecho por mí.
Palabra del Dia
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