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En el rato que estuvieron solos, antes de que entrara Papitos con el servicio y la sopa, Maxi endilgó a su mujer algunas frases enteramente ceñidas al endiablado asunto que constituía su demencia. Fortunata le apoyó en todo, mostrándose muy penetrada de la urgencia de establecer, como realidad social, el principio de solidaridad de la sustancia divina.

Mientras cenaron, endilgó Malespina nuevas mentiras, y pude observar que su hijo las oía con pena, como abochornado de tener por padre el más grande embustero que crió la tierra.

Y tras el pericón vino un triunfo, donde se floreó aquel que fue héroe en el gato y que endilgó estas indirectas a su moza: Dicen que las heladas Secan los yuyos, ¡Ansí me voy secando De amores tuyos! ¡Este es el triunfo, madre Dueña del alma; Más quiero dulce muerte Que vida amarga! ¡Ni aunque todos se opongan Los doloridos, No hay dolor que se iguale Al dolor mío!

En algo parecido á esto debió de pensar después de la última escupitina con que le espabilaron las sirenas de las Cuatro Calles, porque, apenas llegó á su casa, hizo su pequeño lío, atravesó el garrote de acebo por entre los picos anudados del pañuelo que le formaba, dejóle así sobre una silla de su cuarto, y se dirigió al de su amigo, á quien endilgó un discursillo que, reducido á otras frases menos desaliñadas, venía á decir lo siguiente: «Bajo dos aspectos me interesaba la corte, vista desde el rincón de mi cocina: como centro en que se elaboraba esa política en que tan ciegamente creía, y como patria común á todos los hombres amantes de la libertad social y enemigos de los mezquinos chismes de corrillo.

La noticia del regreso de los de Santa Cruz, que le fue comunicada por Casta, avivó en la viuda de Jáuregui los deseos de emprender su campaña reparadora en favor de su sobrina. Cogiola muy a mano aquel día y le endilgó otra perorata: «Ahora o nunca. El enemigo en puerta.

¡Sastifecho! dijo con solemnidad Garabiel Pernías, retirándose á la segunda fila. Otro de los que formaban en ella salió en seguida á la primera, y endilgó al pastor estos cargos. Yo mandé al puerto una vaca geda de siete meses, y pa el efeuto de destetarla, dejé la cría en casa.

Y como al concluir fuera acogida esta relación con una salva de aplausos, animóse el recitador y nos endilgó otra, no menos famosa, que empezaba: Allá arriba, en aquel alto, hay una fuente muy clara, donde se lava la Virgen sus santos pechos y cara.... ............................

Jamás vi precocidad semejante ni un apuntar de inteligencia tan maravilloso. Porque si algunas respuestas las endilgó de taravilla, demostrando el vigor y riqueza de su memoria, en el tono con que decía otras se echaba de ver cómo comprendía y apreciaba el sentido. La Gramática la sabía de carretilla; pero la Geografía la dominaba como un hombre.