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Actualizado: 16 de junio de 2025


, todo es viejo e insípido, y, sin embargo, exquisito. 10 de octubre. Francisca está furiosa. He ido esta tarde a pedirle un dibujo de bordado, que me hacía falta, y la he encontrado en un estado de irritación indescriptible. ¡Maldito país! ¡Maldita gente!... Pueblo de chismes!

, las víctimas lo son siempre, es sabido. Pero me es imposible darte las gracias a pesar de mi buena voluntad... Adiós, pues... Y Francisca desapareció, muy feliz sin duda, por haber terminado su nueva comedia. Qué razón tenía la de Ribert y la abuela al ponerme en guardia contra ella... ¿Por qué no las he escuchado?... ¡Ay! ya es tarde... 31 de marzo Se habla mucho del matrimonio de Francisca.

Era notable la abundancia de nombres españoles, tan queridos en los países alemanes, tales como María, Isabel, Luisa, Mariana, Gertrúdis y Francisca. En solo un pequeño espacio contamos mas de 15 Marías, lo que nos indicó la poética predileccion particular por la Vírgen. Es que la religion tiene sus sexos como las almas que la alimentan.

Ella, que tiene por principio que la camarada es la mujer del porvenir, no podía evidentemente conformarse con este nuevo concepto de la camarada, y esto le hacía perder su buen humor acostumbrado. Este señor razona muy bien... ¿Qué os parece? preguntó la de Ribert, echando una mirada a Francisca. Ese señor es un imbécil dijo levantándose bruscamente.

Fiel a la estimación que a Doña Francisca debía, la visitaba Ponte diariamente mañana y tarde, y un sábado anunció para el siguiente domingo la excursión al Pardo, en que se proponía reverdecer sus aficiones y habilidades caballerescas. ¡Con qué placer y curiosidad salieron las cuatro al balcón prestado del vecino para ver al jinete!

Dio un adiós bastante seco a la abuela, nos volvió la espalda a Francisca y a y apenas estuvo política con las otras personas que allí estaban. ¡Uf! murmuró Francisca en cuanto se cerró la puerta después de dar salida a la dulce señorita Bonnetable. ¡Qué solterona!

Marieta, la doncella, nos abrió la puerta, y cambió un mirada con la abuela, que me asombró. Pareció que la abuela le preguntaba: ¿Hay alguien con la señora? Y que Marieta había respondido: . Mientras subía la escalera, me sentí oprimida y rara. Francisca me empujó con el codo y me dijo: Esto huele a misterio, ¿eh?...

Es verdad replicó Francisca con voz extraña, eres la más interesada en la cuestión... Sin duda dije. Y dime, ¿cómo le encuentras?... ¿Yo?... preguntó Francisca... Pero cogió de prisa el sombrero, que estaba en una mesa de su cuarto, y se lo puso en un momento... ¡Y yo que olvidaba el encargo de mamá!... exclamó, con una prisa extraordinaria en ella.

No obstante, entre la vida y la muerte estuvieron hasta el siguiente día, en que se les apareció por segunda vez la imagen del benéfico sacerdote, acompañado de un notario, que resultó antiguo conocimiento de Doña Francisca Juárez de Zapata.

Este corto diálogo basta para que el lector menos avisado conozca de qué se trata. El virrey había llegado a Lima en enero de 1639, y dos meses más tarde su bellísima y joven esposa doña Francisca Henríquez de Ribera, a la que había desembarcado en Paita para no exponerla a los azares de un probable combate naval con los piratas.

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