Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de junio de 2025


Un interesante estudio histórico publicado por don Félix Cipriano Zegarra en la Revista Peruana, en 1879, nos ha convencido de que la virreina que estuvo en Lima se llamó doña Francisca Henríquez de Ribera. CRÓNICA DE LA

No me extraña dijo Francisca, los ingleses razonan siempre en contra del sentido común. No tanto, no tanto murmuró el cura. En estos tiempos está cada cual tan absorbido por sus intereses que no tiene tiempo más que para pensar en mismo. Ahora bien, las solteronas, que no tienen nada que hacer, están destinadas a pensar en los demás. ¡Es delicioso! exclamó Francisca con convicción.

Estoy vencida, luego no tengo razón... No te deseo ningún mal, pero quiera Dios, Francisca, que seas más honrada como esposa que como amiga... ¿Le amas al menos? Todavía no respondió Francisca después de un instante de vacilación. Pero ya le amaré añadió precipitadamente. O no le amarás murmuré llena de angustia... ¡Qué triste es vivir!...

El otro día eran para usted emperatrices, y ahora... Y ahora dijo Ponte temblando ante el enérgico acento de Juliana, como caña batida del viento . Y ahora... yo no falto al respeto a las señoras. Obdulia es una dama; Doña Francisca otra dama.

Además añadió la Roubinet mirando a Francisca con intención, al rezar a nuestro gran patriarca cuide usted de conservar su gracia y su humor apacible: Con la sonrisa en los labios Y con la gracia en los ojos La virtud es aún más bella... Bonitos versos dijo la abuela. ¿De quién son? De uno de mis autores favoritos respondió la Roubinet muy contenta por haber hecho efecto. Son de Laprade.

Francisca, que tiene para cada cual su frase picante, exclamó un día dirigiéndose a Paulina: Lo que tienes no son ojos, sino linternas sordas... La frase ha hecho fortuna y es corriente, cuando se habla de Paulina, el decir, para distinguirla de su prima del mismo nombre, «la de las linternas sordasSu madre lo sabe y es la primera en reírse. Linternas de 10.000 pesos exclamó.

Conforme con estas ideas se mostraba Doña Francisca, asintiendo a todo, sin atreverse a contradecirla ni a oponer una sola objeción a tan juiciosos consejos. Sentíase oprimida bajo la autoridad que las ideas de Juliana revelaban con sólo expresarse, y ni la ribeteadora se daba cuenta de su influjo gobernante, ni la suegra de la pasividad con que se sometía.

Pero, Celestina dijo Genoveva con una débil sonrisa, no es una perdición el casarse. , señorita aseguró Celestina; en los hombres es puro vicio y en las mujeres una torpeza... ¡Bueno!... Ya está la especie humana rápidamente juzgada exclamó Petra en medio de las risas de todas. Pues bien, Celestina añadió Francisca muy seria, encuentro que tiene usted razón.

Desde que vivían en la calle del Olmo, Doña Francisca fue abandonada de la sociedad que la ayudó a dar al viento su fortuna, y en las calles del Saúco y Almendro desaparecieron las pocas amistades que le restaban.

Está encantadora, mientras que yo tengo la sensación de estar estúpida como una docena de gansos reunidos... La de Ribert me mira con reproche, la abuela con ansiedad, y las dos están casi duras con Francisca, y cortan intencionadamente sus frases más brillantes... Por fortuna para mi amiga, su humor parece estar en buen tiempo fijo y me quedo asombrada de su dulzura desusada. ¡Pobre Francisca!

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando