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Actualizado: 19 de junio de 2025
Buenos ojos le vean a usted, Pepe dijo Esperancita clavando los suyos, risueños y nada feos, en el famoso salvaje. Preciosos son los que le están viendo ahora se apresuró a decir Ramoncito. Castro, antes de responder, le volvió a mirar severamente. El concejal, aturdido, dijo para amenguar un poco su torpeza: Porque ésta es la familia de los ojos bonitos. Gracias, Ramón.
Desde que se ponía el pie en el portal se observaba el espíritu religioso, la economía y la limpieza que reinaban en aquella casa. Los muebles de la antesala eran feos y antiguos, pero brillaban por el frote de la bayeta y el cepillo. En uno de los ángulos había un pedestal con una Purísima de yeso, pintada. Los pasillos amplísimos y enjalbegados como los de un convento.
De tanto en tanto, fosos más pequeños cruzan el camino, ocultando en sus sucias profundidades feos arroyos que se deslizan hacia una confluencia clandestina con el gran torrente amarillento que corre más abajo, y acá y acullá vense las ruinas de una cabaña con la piedra del hogar mirando a los cielos y conservando sólo intacta la chimenea.
Dióle el rey amplías facultades, y escogió Zadig treinta y tres jorobados de los mas feos de Serendib, treinta y tres pages de los mas lindos, y treinta y tres de los mas eloqüentes y forzudos bonzos. Dexóles á todos facultad de introducirse en los retretes de las sultanas; dió á cada jorobado quatro mil monedas de oro que regalar, y el primer dia fuéron todos felices.
«La constancia es el recurso de los feos dice la célebre Ninón de Lenclos en sus lindas cartas al marqués de Sevigné; las personas de mérito, que saben que por donde quiera han de encontrar ojos que se prenden de ellas, no se curan de conservar la prenda conquistada; los feos, los necios, los que viven seguros de que difícilmente podrán encontrar quien llene el vacío de su corazón, se adhieren al amor que una vez por acaso encontraron, como las ostras a las peñas que en el mar las sostienen y alimentan.
Al entrar en Madrid hubo que perder cuatro minutos encendiendo los faroles, y un poco más allá los empleados del resguardo detuvieron de nuevo al coche para registrarlo todo de arriba a abajo... ¡Qué desesperación! ¡Qué feos y qué tontos eran aquellos hombres!
A los tres o cuatro días de estar allí, el espíritu de Isidora se adaptaba mansamente a la regularidad placentera de la casa, a la poca luz, al olor de badana, a la vista de los feos objetos, y notaba en sí una tranquilidad, un gozo que hasta entonces le fueron desconocidos. Riquín hizo tan buenas migas con los dos chicos de Emilia, como si se hubieran criado en la misma cuna.
Es el temperamento de estas naciones ígneo y vivaz, la estatura más que mediana, las facciones del rostro algo desemejantes de las nuestras, de donde fácilmente se distinguen de los españoles y demás europeos; y cuando se tiñen de colores, que es muy de ordinario, están sobre manera feos, que parecen unos demonios; y sucedió, no mucho ha, en la ciudad de Santa Fe, que saliendo á pelear con unos Abipones un capitán que había militado en Europa, al verlos tan horribles, se quedó desmayado y sin fuerzas.
A los dos años de vivir así, se la vio renunciar por completo a vestirse y ataviarse como manda la moda que se atavíen las señoras. Adoptó el traje liso de merino negro, el manto, pañolón oscuro cuando hacía frío, y unos zapatones de paño holgados y feos. Tal había de ser su empaque en todo el resto de sus días.
Debemos advertir que estos judíos herejes, tan elegantes en el vestir, gastaban ciertas espantosas carátulas, con enormes narices, a veces como berenjenas amoratadas y llenas de verrugas, porque los judíos de los tiempos antiguos eran más feos que los de ahora, si bien entonces tenían la mar de dinero, cuando se vestían con tanto lujo.
Palabra del Dia
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