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Era Julia que había entrado de puntillas sin ser notada. ¡Al fin has caído en mis manos! ¡Abajo los peluqueros! ¡Y en las mías! ¡Arriba las niñas sevillanas! dijo Miguel sujetándola para darla un beso. ¿De dónde sacas , fatigoso, que yo soy de Sevilla? repuso Julita con marcado acento andaluz, y comiéndose más de la mitad de las letras.

Y los dos, fuertemente abrazados, volvían a reír, estremeciéndose sus carnes desnudas bajo la manta, rozándose con el temblor del regocijo sofocado. Sonó largo rato un murmullo en la vecina habitación. El señor Vicente rezaba sus oraciones. Luego, un ronquido fatigoso cortó el silencio. Los amantes no durmieron. Reían de este roncar grotesco interrumpido por largos suspiros.

Entonces, con todo su cuerpo estirado, bosteza y se alarga, fatigoso, aburrido, insolentemente... ¡Pues bien, ! No lo niego, soy un mal cazador. La espera, para , es la tarde al caer, la luz que desaparece y se refugia en el agua, los estanques que relucen, abrillantando hasta el tono de plata fina el tinte gris del cielo ensombrecido.

»Había debido, hacía mucho tiempo, dar las gracias al Rey por las mercedes que me había concedido, pero la Corte viajaba en aquella época, y debía detenerse algunas semanas en Sevilla. Decidí emprender la marcha; era un viaje poco fatigoso y sobre todo una distracción para .

Y cuando destruido y fatigoso el cuerpo vuelva hácia la madre tierra, ávido de reposo, ¿qué quedará de ? ¿Tras de la tumba, no habrá ya nada más? ¡Oh! : tras ella está la eternidad, dulce consuelo, que al grito del dolor mis labios sella. ¡Oh muerte! ¡Cuánto tardas! Yo te anhelo, y te espero temblando de alegría. No más dolor, más quejas ni más duelo. ¿Quién como yo? ¡La eternidad es mia!

Tres semanas después de la muerte del italiano, Blair, al desembarcar en Liverpool, llevando consigo las cartas y la instantánea, emprendió ese larguísimo y fatigoso viaje por todos los caminos de Inglaterra, con el fin de encontrarme y conocer por mi intermedio la clave del secreto del famoso bandido, la cual yo poseía. Y cuándo consiguió encontrarlo, ¿qué sucedió?

Aunque con poco aprovechamiento en la virtud, aunque nunca libre mi espíritu de los fantasmas de la imaginación, aunque no exento en el hombre interior de las impresiones exteriores y del fatigoso método discursivo, aunque incapaz de reconcentrarme por un esfuerzo de amor en el centro mismo de la simple inteligencia, en el ápice de la mente, para ver allí la verdad y la bondad, desnudas de imágenes y de formas, aseguro a Vd. que tengo miedo del modo de orar imaginario, propio de un hombre corporal y tan poco aprovechado como yo soy.

Desde luego; creer y negar que se cree, debe ser cuando menos fatigoso... ¡Y es... tan común! ¿Lo dices por ? ¡Hombre!... me has dicho recién cosas peores. Que has querido considerarlas así y tomar ahora una revancha sangrienta. ¡Sangrienta!... Pues es nada: me dices mentiroso, hipócrita... casi apóstata. ¡Apóstata!... ¡qué gracioso!

Ella giraba fría e insensible, con la altivez asexual de una virtud ruda, huyendo de los saltos y contorsiones varoniles, presentando la espalda con gesto de desprecio, y el fatigoso trabajo de él consistía en colocarse siempre ante sus ojos, en ponerse ante su paso, en salirle al encuentro para que le viera y le admirase.

Llevaba raído el uniforme, sujetas las alpargatas una con cinta y otra con tomiza, y puesta sobre el capote una manta de color indefinido, en cuyos pelos habían quedado prendidas briznas del maíz seco sobre que pasó la noche. ¡Trae el fusil, modrego, que no pués con tu alma! dijo de pronto a su compañero, viéndole anhelante y fatigoso.