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Y el pobre muchacho apretaba con mano crispada su junquillo, que para su imaginación era «toledano acero», y pensaba desordenadamente en Lope de Vega, Quevedo, Cervantes y Lord Byron; en todos los grandes hombres que, según frase de Andresito, habían tenido malas pulgas, y lo mismo escribían que daban una estocada.

Leto, al sentir esta estocada, se estremeció de pies a cabeza y se puso de veinticinco colores; y Nieves, al verle así, soltó la risa con toda su alma. Suyo o ajeno el clavel le dijo en seguida , el encontrármele yo aquí ha sido causa de un mal rato para usted. ¡Cuánto lo siento! Volvamos la hoja, si le parece, y veamos los dibujos.

No he podido dormir, Quevedo dijo el joven. Dichosa edad en que el amor desvela; ¿y no ha tenido parte en vuestro desvelo el lance de anoche? ¿Cuál de ellos? Quevedo marcó con el brazo una estocada. ¡Ah! ¡no! Pues sabed que Lerma lo sabe. Me importa poco. Que os pueden encerrar. Me importa menos. Que os puede suceder algo que negro sea. Sucédame en buena hora. No negáis la pinta. ¿Qué pinta?

Durante unos segundos, hombre y fiera no formaron mas que una sola masa, y así se movieron algunos pasos. Los más inteligentes agitaban ya sus manos, ansiosos de aplaudir. Se había arrojado a matar como en sus mejores tiempos. ¡Una estocada de verdad! Pero de pronto, el hombre salió de entre los cuernos despedido como un proyectil por un cabezazo demoledor, y rodó por la arena.

Todos los sucesos están encadenados en el mejor de los mundos posibles; porque si no te hubieran echado á patadas en el trasero de una magnífica quinta por amor de Cunegunda, si no te hubieran metido en la inquisicion, si no hubieras andado á pié por las soledades de la América, si no hubieras pegado una birena estocada al baron, y si no hubieras perdido todos tus carneros del buen pais del Dorado, no estarias aqui ahora comiendo azamboas en dulce, y alfónsigos.

Sarto y ocho de sus soldados se precipitaron en el castillo; la primera habitación a que llegaron fue la de Miguel, que yacía tendido en el suelo, atravesado de una estocada. Entonces lanzó Sarto el grito que yo había oído: «¡El Duque ha muerto!» y atacó a los servidores de Miguel, que aterrorizados se rindieron a discreción.

¡Enhorabuena! dijo; pero no vea usted en á su catedrático; yo soy un fraile y usted un estudiante filipino, ¡nada más, nada menos! y ahora le pregunto á usted ¿qué quieren de nosotros los estudiantes filipinos? La pregunta llegaba de sorpresa; Isagani no estaba preparado. Era una estocada que se desliza de repente mientras hacen el muro, como dicen en la esgrima.

Fué este discurso tan bien hilado como pronto; y sin dar tiempo á que se recobrase el inquisidor del primer susto, le pasó de parte á parte de una estocada, y le dexó tendido cabe el Judío.

Un hermoso oficial de la Guardia saltó, espada en mano, por encima de las sillas, y aproximándose á una de las ventanas tiró una estocada á la pierna del gigante. Gillespie, que estaba medio dormido, despertó sobresaltadamente. Levantó una de las piernas hasta poner la rótula á la altura da su pecho y se rascó con ambas manos la picazón que sentía en la pantorrilla.

Cayeron al suelo ambos enemigos estrechamente unidos, logró el castellano dominar á su adversario, de cuerpo más endeble que el suyo, y posándole una rodilla en el pecho alzó el brazo armado para poner de una estocada fin al furioso combate. Pero nunca llegó á dar el golpe mortal.