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Actualizado: 27 de julio de 2025
Vine, pues, y metiendo, doce pasos atrás de la tienda, mano a la espada, que era un estoque recio, partí corriendo, y en llegando a la tienda, dije: "¡Muera!", y tiré una estocada por delante del confitero; él se dejó caer pidiendo confesión, y yo di la estocada en una caja; y la pasé y saqué en la espada, y me fuí con ella.
A los postres llegó una nueva carta, y el general exclamó, dando en la mesa un puñetazo que lo echó a rodar todo: ¡Sólo esto faltaba!... Enrique está herido. Cecilia palideció, y observé que temblaban sus labios. Sí, herido; le han dado una estocada... prosiguió el general. ¡Torpe! Tranquilícese usted dijo a su suegra, que saboreaba impasible una taza de café.
Manolito se encrespó terriblemente al oirlo; sus ojos llamearon siniestramente; se dirigió frenético, agitando los puños, hacia Pepe, que se volvió hacia él y dió un paso atrás preparándose a rechazarle. ¡Eso que me has dicho es una porquería! ¡Es una infamia que merece una estocada o un tiro! Es una cobardía porque estás en tu casa....
Entre otras cosas, nos contó que recientemente había asistido a un joven que tenía una estocada, cuya herida, de bastante gravedad, no se parecía a ninguna otra.
Aquella frase decía más que todas las recriminaciones y me penetró en el corazón como una estocada. He sabido que Julia estaba enferma le dije sin hacer ningún esfuerzo para disfrazar el temblor de mi voz que desfallecía. Supe también que la señora De Nièvres estaba delicada y vine a verles a ustedes. Hace tanto tiempo... Es verdad repuso el señor D'Orsel, hace mucho tiempo.
Ya no salía nunca hacia el bosque que no la llevase consigo; y a veces, mirando hacia una y otra parte, como si alguien pudiera sorprenderle, hincaba la punta de cierto modo en el tronco de los árboles para recordar la terrible estocada con que había dado muerte a Gonzalo.
No hay para qué advertir que este detalle sonó en la colonia elegante y desocupada mucho más recio que la estocada y los motivos de ella.
Pero el deseo de evitar el peligro, de salirse cuanto antes de entre los cuernos, le había hecho rematar la suerte con aquella estocada torpe y escandalosa. En los tendidos agitábase la gente con el hervor de numerosas disputas. «No lo entiende. Vuelve la cara. Está hecho un maleta.» Y los partidarios de Gallardo excusaban a su ídolo con no menos vehemencia. «Eso le ocurre a cualquiera.
Quevedo se puso en medio de la calleja, y desnudó la daga y la espada. Hemos dicho que la noche era muy obscura. Defendéos ú os mato dijo Juan Montiño á dos pasos del que había salido por el postigo. Volvióse éste y desnudó los hierros. ¿Y por qué queréis matarme? dijo. Juan le contestó con una estocada. ¡Ah! vos sois el mismo de antes dijo don Rodrigo, que él era.
No dió un solo grito, no profirió siquiera una palabra: recorrió el palacio y mató no solo á los adúlteros, sino á toda su numerosa servidumbre. Sentóse al fin y preguntó á un negro que le acompañaba: ¿qué le parece mi venganza? No bien hubo oido de él bien lo hemos hecho, señor, le pasó de una estocada. No pudo resistir á la idea de que sobreviviese su cómplice á tan bárbara matanza.
Palabra del Dia
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