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Acordose, no obstante, de que el médico le recetaba siempre comer carne, y cuanto más cruda mejor. De lo más hondo de su naturaleza salía un bramido que le pedía ¡carne, carne, carne! Era una voz, un prurito irresistible, una imperiosa necesidad orgánica, como la que sienten los borrachos cuando están privados del fuego y de la picazón del alcohol.

Este don Lope, amigo Mercado, es el más valiente hombre del mundo, capaz de dar el último maravedí, como la última estocada, si aquél le obliga u éste le ofende. Y te digo esto para que moderes esa curiosa picazón que leo en tus ojos y que quisiera penetrar e insinuarse por los poros y resquicios de este cerrado billete; bien así como si fueses pegajosa humedad que todo lo traspasa.

La contusión de la sien le hizo recordar de pronto con una picazón dolorosa su propósito de consultarle. Salió del café despidiéndose de sus compatriotas con rápido saludo, y alcanzó al doctor, para mostrarle el lívido chichón. Rio bondadosamente el alemán al examinarlo. ¿También él había sacado su parte de la fiesta de la noche?

Después el torrente sanguíneo refluyó con violencia, esparciendo por todo su cuerpo una picazón cáustica.... Lo que él había presentido durante la noche iba á realizarse. El primer telegrama de la madre era una especie de preparación para que el dolor lo fuese recibiendo por gradaciones.

Olga estaba hecha de un barro menos grosero, su sistema nervioso no necesitaba choques tan violentos, y lo que en otros no produciría más que una simple picazón, a ella le hacía el efecto de un latigazo.

Repetiriamos lo que todos saben si refiriéramos los síntomas de este medicamento, análogos á los de la afeccion catarral, desde la pesadez de cabeza hasta la emision frecuente de orina clara, y desde la tos seca hasta la pesadez y picazon de las estremidades.

Modera, repito, esa picazón, pues no nos valiera, si hiciéramos tal demasía, aunque nos sepultásemos en el nicho último de la honda bóveda de las ánimas. Entretanto resolvamos y fallemos qué hemos de hacer para obligar al que mata, es decir a don Lope, para agradecer a la hermosa, quiero decir, a María, y para multar al honrado usurero.

Sin poder él remediarlo, mientras el aire fresco el viento había cambiado del mediodía al noroeste le llenaba los pulmones de voluptuosa picazón, la fantasía, sin hacer caso de observaciones ni mandatos, seguía herborizando y se había plantado en los siglos primeros de la Iglesia, y el Magistral se veía con una cesta debajo del brazo recogiendo de puerta en puerta por el Boulevard y el Espolón las ricas frutas que Páez, don Frutos Redondo y demás Vespucios de la Colonia, arrancaban con sus propias manos en aquellos jardines que, en efecto, iba viendo a un lado y a otro detrás de verjas doradas, entre follaje deslumbrante y lleno de rumores del viento y de los pájaros.

Se estremecieron sus poderosos brazos; sintió una cruel picazón en las manos. Luego fué moderando el paso al acercarse á casa de Copa. Quería ver si se burlaban de él en su presencia.

Sentía en el lagar de sus heridas una fuerte picazón, una rigidez que ponía tirante su carne. Valls adivinó una curiosidad suplicante en los ojos de su amigo. No hables, no te fatigues... ¿Que cuánto tiempo estoy en Ibiza? Cerca de dos semanas. Leí en los papeles de Palma lo tuyo, y al momento me planté aquí. Tu amigo el chueta siempre será el mismo... ¡Los malos ratos que nos has hecho pasar!