United States or Libya ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Soy yo, hermano míosoy yo! dijo Montiño, estrechando las manos al arcipreste. ¡Allí! ¡allí! dijo el moribundo, extendiendo el brazo hacia el fondo de la alcoba de una manera vaga y penosa. , ; no te fatigues, hermano mío: allí está el cofre que encierra la fortuna de Juan. dijo el moribundo.

Sentía en el lagar de sus heridas una fuerte picazón, una rigidez que ponía tirante su carne. Valls adivinó una curiosidad suplicante en los ojos de su amigo. No hables, no te fatigues... ¿Que cuánto tiempo estoy en Ibiza? Cerca de dos semanas. Leí en los papeles de Palma lo tuyo, y al momento me planté aquí. Tu amigo el chueta siempre será el mismo... ¡Los malos ratos que nos has hecho pasar!

Estando, como queda dicho, mirándole todos, a deshora, entre las otras dueñas y doncellas de la duquesa, que le miraban, alzó la voz la desenvuelta y discreta Altisidora, y en son lastimero dijo: -Escucha, mal caballero; detén un poco las riendas; no fatigues las ijadas de tu mal regida bestia.

sabes que no quiere que se fatigue, ¡ni que te fatigues tampoco! La señora suspiró... El señor parecía preocupado por la obstinación de Lita. Pues Lita no era caprichosa. Le gustaba contradecir a veces; pero era dócil y reposada como una viejita de cien años. Como su capricho de tejer era una cosa rara, el padre ordenó a miss Mary que llamase al médico por teléfono.

»Sobre el perdón, podrás contar con mi gratitud, si, a más de devolverme cuanto antes el bien que me quitas, me le mimas y regalas como él se merece, todo el tiempo que ahí permanezca. »Mira que Braulio está muy delicado de salud. No le fatigues llevándole a cazar. Procura que se cuide, porque es muy descuidado. »Nosotras, Inesita y yo, estamos en Madrid divertidísimas.

En tales ocasiones le tiraba de la oreja aquel amo ideal, y le decía: Entretente, si quieres, no hay en ello inconveniente por mi parte; pero no te fatigues demasiado. El infeliz muchacho, confundido por tantas bondades, se escondía en su habitación y lloraba de ternura. Pero no pudo conservar por mucho tiempo aquel cuarto tan cómodo y aseado, contiguo a las habitaciones del amo.

Digo la verdad; Juan es el alma de la fábrica, y me felicito de ello. Hacía algunos minutos que la señora Aubry miraba atentamente la cara de su marido, en la que se revelaba una profunda tristeza. En fin aconsejó, no te fatigues; te encuentro algo cansado desde hace algunos días, sobre todo hoy... ¡Bah, bah! esto no es nada, la comida me confortará; no vayas ahora a ponerte cavilosa.