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Actualizado: 1 de junio de 2025
19 Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; estáte conmigo. 20 Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. 21 Y dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo es cumplido para que entre a ella. 22 Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.
«¿Qué dices? preguntó después como quien sostiene un diálogo . Habla más alto, que con el ruido del órgano no se oye. ¡Ah!, ya entiendo... Estate tranquila, que aunque me maten, yo te lo traeré. Ya sabrán quién es Mauricia la Dura, que no teme ni a Dios... Ja ja ja... Mañana, cuando venga el capellán y bajen esas tías pasteleras a la iglesia, ¡qué chasco se van a llevar!».
5 que dicen: Estate en tu lugar, no te llegues a mí, que soy más santo que tú. 6 He aquí, que escrito está delante de mí; no callaré, antes daré, y pagaré en su seno. 7 Por vuestras iniquidades, y las iniquidades de vuestros padres juntamente, dice el SE
12 Y David dijo a Urías: Estáte aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. 13 Y David lo convidó, y le hizo comer y beber delante de sí, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa. 14 Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías.
Antes de subir a caballo, Ricardo y Lorenzo permanecieron un largo rato contemplando a las gallinas que, ante la sola perspectiva de la noche aunque remota, se entregaban al laborioso trajín de buscar ubicación en las ramas de los árboles, sobre las ruedas de los carros, en lo más alto de una escalera de mano arrimada a la pared y que parecía ofrecer el mejor sitio para pasar la noche, de tal modo se agitaban por conquistarla, discutiendo visiblemente en nerviosos cacareos a que el respectivo gallo ponía término con picotazos que parecían al mismo tiempo caricia y reproche, traducible así: «¡Estáte quieta!»
Parece que lo veo: Con un carbón muy negro y puntiagudo Le puso cejas y ojos... lo que pudo. ¿Sin narices? le dije, ¡oh que feo...! "Estate quieto, espera, ya le pondremos la nariz de cera, Una nariz pequeña, filipina, Nariz de la modestia, simple y fina." Pero dime, ¿y la boca? "Eso aquí, muy pequeña, se coloca Sobre este hueco, ¡hoyuelo de bellezas! Expresión de inocentes gentilezas.
Tuve esta idea cuando estaba aquí sin habla, y al despertar me agarré a ella... Es la llave de la puerta del Cielo... Hijo mío, estate calladito, y no chistes, que si tu mamá se va es porque Dios se lo manda... ¡Ah!, don Plácido, ¿está usted ahí?...». Sí, señora dijo el hablador entrando en la alcoba con los ademanes más oficiosos del mundo . ¿Qué se le ofrece a usted? La señora me ha encargado...
Miguel solía aprovechar esta buena disposición y osaba retozar con la fiera: cogiéndola súbito de la cintura la empujaba con alguna violencia y la hacía correr, a su pesar, por la sala o el corredor hasta fatigarla, sin hacer caso de sus protestas. ¡Estate quieto, Miguel! ¡Basta, Miguel! ¡Mira que me fatigo! La brigadiera, enfadada a medias, no podía menos de reírse.
La guerra se va a acabar en seguida. Que no te pase algo al final. Me he comprometido. Tengo que ir. ¡Oh, Martín! sollozó Catalina . Tú eres todo para mí; yo no tengo padre, ni madre, ni tengo hermano, porque el cariño que pudiese tenerle a él lo he puesto en ti y en tu hijo. No vayas a dejarme viuda, Martín. No tengas cuidado. Estáte tranquila. Mi vida está asegurada, pero tengo que ir.
29 ¡Quién diese que tuviesen tal corazón, que me temiesen, y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre! 30 Ve, diles: Volveos a vuestras tiendas. 31 Y tú estáte aquí conmigo, para que te diga todos los mandamientos, y estatutos, y derechos que tú les enseñarás que los hagan en la tierra que yo les doy para que la hereden.
Palabra del Dia
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