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Sin embargo, estas pasajeras nieves de estío que envuelven á manera de velo la montaña, y que en lugar de ocultar las formas de éstas, las dibujan con todas sus particularidades, son una coquetería de la naturaleza. Pronto desaparecen de las colinas inferiores y de los montes avanzados: cada día acortan sus límites hacia arriba los rayos solares.

Se aspiraba ese fuerte olor que las lluvias de estío hacen brotar de la yerba, de las hojas y de las flores, y rosas, lilas y acacias saturaban el aire con sus acres perfumes.

No os guardo rencor le dijo, ni a ese bravo turco tampoco. Sólo tengo un enemigo en el mundo: un auvernés llamado Romagné. Y pronunciaba su nombre con una entonación cómica que hizo gracia a todo el mundo. Creo que aun hoy día la mayor parte de aquellas señoritas dicen: «Mi Romagné, cuando hablan de su aguadorDe esta suerte transcurrieron los tres meses de estío.

Mi mujer llevaba el sombrero de camino, eramos extranjeros, yo tenia cierto color árabe ó americano, el color de los hijos de un clima meridional; despues de cuatro ó cinco dias de viaje en estío: en fin, notaron que cubria mi cabeza un sombrero de jipijapa, la etimología de este sombrero era evidente, y la ilusion fué tan completa como era evidente el orígen de mi sombrero.

Rebosaba su cuerpo vida y salud; chispeábale en la mirada el donaire cuando éste no brotaba de sus labios; su tristeza, si alguna vez la sentía, nunca llegaba a velarle por completo la expresión risueña que animaba habitualmente su rostro, y aun al través de su melancolía dejábase adivinar su sonrisa como se presiente el sol tras una nube de estío.

Al amparo de un recogimiento unánime se verificaba en el espíritu de todos ese fino destilar de la meditación, absorta en cosas graves, que un alma santa ha comparado exquisitamente a la caída lenta y tranquila del rocío sobre el vellón de un cordero. Cuando el áspero contacto de la muchedumbre les devolvió a la realidad que les rodeaba, era la noche ya. Una cálida y serena noche de estío.

En lo más riguroso del estío, cuando se alza polvo ardiente de los caminos y el viajero fatigado se para á la sombra, es cuando gusta mirar hacia las heladas masas, que los rayos solares hacen resplandecer como placas argentinas. De noche, un suave reflejo, como el de un mundo lejano, revela las altas nieves de la montaña.

Era una magnífica noche de estío, templada y serena, una de esas noches en las que innúmeras estrellas semejan en su constante centelleo extensa polvareda de diamantes. La brisa suave y acariciadora como un soplo de amor, arrancaba a la arboleda misteriosos murmullos.

Pediráse más raramente esa idea de unidad geográfica á las montañas, cuyas dos vertientes, á menudo en contradicción, nos ofrecen bajo una misma latitud floras y pueblos completamente distintos; aquí el invariable estío, á dos pasos el eterno invierno, según las situaciones. Raras veces da la montaña la unidad de la comarca, pero suele dar su dualidad, su divorcio y sus discordancias.

Por en los manantiales mi ballesta la caza matará, rica en sabores; espléndida en matices la floresta por Dios bordada y al placer dispuesta, cuando la pises , brotará flores. Fresca sombra, sonora y perfumada, el ardor mitigando del estío, te ofrecerá del huerto la enramada blando lecho la grama regalada, límpido baño el murmurante rio.