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Actualizado: 6 de junio de 2025
¡Que te estés quieta!... ¡vaya!... Tú no te has llevado nunca una solfa buena, y soy yo quien te la va a dar... ¿Y por qué son esas risas estúpidas?... ¿Porque he dicho que me caso? Pues sí señor, me caso porque me da la gana. Tiempo hacía que Maximiliano deseaba hablar de aquella manera con alguien, y manifestar su pensamiento libre y sin turbación.
Primero Frasquita rogó, suplicó y lloró, mientras don Quintín aguantó, cruzado de brazos, jurando y perjurando que el origen de aquello debía de ser una broma pesada de algún mal intencionado; por último, exasperada la esposa, empuñó un formón viejo que servía para desclavar cajones, y amenazó enérgicamente a su marido, diciéndole: ¡Te mato cuando estés durmiendo, y luego me mato yo! ¡Vamos a salir en los papeles!
¿Para eso me gasto yo el dinero? ¿Para qué estés ahí dándote aire como una señorita? ¡Ten vergüenza torera, ladrón! Sal a los medios y lúcete. ¡Ay, si yo tuviese tus años y no estuviese tan pesao!... Cuando el muchacho quedaba ante el novillo empuñando muleta y estoque, con la cara pálida y las piernas temblorosas, el padre iba siguiéndole en sus evoluciones por detrás de la barrera.
No estés tan de prisa, amigo dijo Meñique, con una vocecita de flautín, no estés tan de prisa, que yo tengo una hora para hablar contigo. Y el gigante volvía a todos lados la cabeza, sin saber quién le hablaba, hasta que le ocurrió bajar los ojos, y allá abajo, pequeñito como un pitirre, vio a Meñique sentado en un tronco, con el gran saco de cuero entre las rodillas.
Lo encontraba excelente, aunque tal vez demasiado maduro para la novia... Y, coincidiendo con lo que antes observara Laura a Coca, observole él también: Mi único temor es que tú te engañes a ti misma y que no estés del todo enamorada... El más grave de los errores que puede cometer en la vida una persona honesta, es casarse sin amor. ¡Y a tu edad y con tus encantos, Coca, ese error sería imperdonable!
Oye, Adán: ya que no tienes nada que hacer, podías entretenerte poniendo la mesa. Otras veces Eva se mostraba injusta y cruel. Adán, lávame los platos. Es una vergüenza que estés ahí, mano sobre mano, mientras yo me mato de trabajar. Pero en ciertas ocasiones tomaba el tono de una súplica dulce y acariciante.
¡Bien, mi amigo! Pues ¿en qué me has conocido? ¿Quién pudiera ser sino tú?... ¿Has venido ya de tu Vizcaya? No, Braulio, no he venido. ¡Siempre el mismo genio! ¿Qué quieres? es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días? Te los deseo muy felices.
»Entretanto, el delirio de Carlos no tenía nada de extravagante, no hablaba más que de su próximo matrimonio. »Ella me ama decía; ¡me ama más que a su honor!... ¡Consiente en ser mía!... ¿Pero cuándo se efectuará nuestro enlace? »Cuando estés restablecido le contestaba yo. »¡Ah! Esto será bien pronto, porque entonces seré feliz.
D. TELL. ¡Que sea tan desgraciado Que me vea despreciado, Siendo aquí el más poderoso, El más rico y dadivoso! FELIC. No te dé tanto cuidado, Ni estés por una villana Tan perdido. D. TELL. ¡Ay, Feliciana, Que no sabes qué es amor, Ni has probado su rigor! FELIC. Ten paciencia hasta mañana, Que yo la tengo de hablar, A ver si puedo ablandar Esta mujer.
Yo misma iré a buscarla mañana. Sí, sí... pero no estés mucho tiempo fuera. Cuando no te veo, estoy muy solo.... Me he acostumbrado a verte, y estos tres días me parecen siglos de felicidad.... No me robes ni un minuto. Decíame anoche mi padre que después de verte a ti no debo tener curiosidad de ver a mujer ninguna.
Palabra del Dia
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