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Actualizado: 29 de junio de 2025
Caballero... me figuré que otras voces murmuraban en el mismo momento al señor Desmaroy, acuda usted pronto a Aiglemont... En esa peña viven en buena armonía el dote y la mujer que le esperan... Tome usted a peso el primero y sea indulgente con la segunda... ¿Qué importa ésta si aquél le agrada?...
Los vecinos del barrio lo esperan en sus fronteras, y una vez en ellas, lo llevan á una casa perfectamente adornada, en la que se nota un especial detalle. El indio duerme en el suelo, pues bien, al Juez mayor se le prepara en alto una cama, en cuyo adorno emplean las dalagas del barrio gran esmero.
Porque se le ocurrió impedirme el paso á un carro cargado de víveres que tenían los franceses, observó Sir Oliver, con gran risa de todos los presentes. ¿Cuántos reclutas me traéis? le preguntó el príncipe. Cuarenta hombres de armas, señor, contestó Sir Oliver. Y yo cien arqueros y cincuenta lanzas, dijo el señor de Morel; pero cerca de la frontera navarra me esperan otros doscientos hombres.
Roban si la palabra tiene sentido aquí cuánto les exige su atroz hambre. Al menor rumor no huyen porque esto haría ruido, sino se alejan al paso, doblando las patas. Al llegar al pasto se agazapan, y esperan así, tranquilamente, media o una hora, para avanzar de nuevo.
También ellos parecían nacer y florecer, como las plantas que los rodeaban. ¡Oh, primavera, juventud del año! ¡Oh juventud, primavera de la vida! »A pesar de todo no puedo pensar, sin estremecerme, en las emociones, por agradables que sean, que esperan a mi pobre hija. Es tan delicada, y tan débil de cuerpo y de espíritu que una alegría la trastorna tanto como a otros una pena.
El de usted ha terminado; el mío empieza; porque no ha de escapar a la fina penetración de su inteligencia los malos ratos que me esperan frente a la oposición de Clotilde y de sus hermanas, de las tías de Inesita, de las hermanas y cuñados de ésta, de sus primos y primas, de toda la familia, en fin, la cual es natural que prefiera para Inesita el apellido y la fortuna de un Nuezvana antes que el oscuro nombre y la casi pobreza de mi pariente.
No había mancebo elegante en la ciudad que no estuviese aquel mediodía por las esquinas de la calle de la Victoria. La ciudad, en esas mañanas de domingo, parece una desposada. En las puertas, abiertas de par en par, como si en ese día no se temiesen enemigos, esperan a los dueños los criados, vestidos de limpio.
Y no dejan por eso de poner más allá de su universo lo infinito inexplorado. Andan todos ellos muy soberbios con su cultura y con sus progresos, que juzgan sin límites. Así como cuentan ya un pasado larguísimo, esperan un porvenir más largo aún. Y es lo cierto que no se equivocan. Ellos nacieron con esta última primavera y acabarán al fin del próximo otoño.
Hay gentes visionarias continuó Salvatierra que sueñan con traer a estas llanuras el agua que se pierde en las montañas y establecer en tierras propias a toda la horda de desesperados que engañan el hambre con el gazpacho de la gañanía. ¡Y esperan hacer esto dentro de la organización existente! ¡Y aun muchos de ellos me llaman iluso!... El rico tiene sus cortijos y sus viñas y necesita del hambre, que es su aliada, para que le proporcione los esclavos del jornal.
Hombre ... eso no me parece bien dijo Lázaro suspenso. ¿Pero cómo vas á perder esta sesión? Habla Alcalá Galiano, Romero Alpuente, Flórez Estrada, Garelli y Moreno Guerra. No habrá otra sesión como ésta. ¿Qué más da que vayas á tu casa ahora ó á las doce? Tu tío creerá que no ha llegado la diligencia. Hombre, no. Estoy cansado. Me esperan tal vez en su casa. No seas tonto. Vente á la Fontana.
Palabra del Dia
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