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Actualizado: 29 de julio de 2025
Vacilaba ordinariamente ante la palabra porvenir, que a los dos nos hería con augurios ¡ay! demasiado razonables. ¿Qué perspectiva, qué salida descubría ella más allá del día próximo que limitaba nuestros ensueños? Ninguna sin duda. Las sustituiría por algo vago y quimérico, como esa postrera esperanza que les queda a los que nada esperan ni tienen ya que esperar.
Los dos enamorados son felices juntos, y esperan obtener, para su enlace, el consentimiento del rey de Aragón; pero éste los recibe mal, y pone á Elena en la cárcel por ser hija de su enemigo. Don Pedro proyecta entonces libertar á su amada. Un cortesano, que se llama el conde Octavio, promete ayudarle.
¡Ay! y quizá la Europa, tal vez el mundo, espera de este pueblo la revolucion moral de un principio, la constitucion de un pensamiento, la pauta y la fórmula de un sistema! ¡La Europa y el mundo esperan acaso de esta ciudad una idea, una conducta, un código! ¡Ay! Hubo un tiempo en que yo lo esperaba tambien. ¡No habia estado en Paris!
Me estáis desgarrando el alma, señora... y... no os comprendo... arrostráis un sacrificio al casaros conmigo... todo lo indica en vos; y cuando quiero salvaros, si es posible, á costa mía de ese sacrificio... ¿me preguntáis no sólo si os amo, sino si amo otra? Son las tres de la mañana dijo doña Clara y sus majestades esperan; concluyamos ó volvéos libre, ó seguidme.
Se pierde importancia, se desvaloriza, como dicen allá, y los amigos que esperan con interés vuelven de pronto la espalda... ¡La novedad! ¡El ser de uno nada más, para que pueda darse importancia y sus amigos le tengan envidia! Usted no sabe lo que en América se paga esto, mon cher. Vale tanto como un vestido chic y mucho más que la hermosura... No; aquí, en el buque, nada.
Nosotros manifestó Isidora ahogada por la pena y el despecho no somos dignos... Vete, vete pronto. Te esperan. Ya han sacado la sopa de almendras. ¡Ay, chiquilla! ¡Cuánto más me gustan tus bellotas!... Pero no llores. De buena gana te acompañaría... Pero es tan tiránica la sociedad... Vete, vete... Mi hermano y yo cenamos solos. Ya ves... Estamos tan contentos... Mejor es así.
Calla la naturaleza que, tambien del dia madre, enmudece en la agonía de la moribunda tarde. Y el religioso silencio del triste y supremo instante, deja inmóviles y mudas á las hojas de los árboles, que, embebecidas, esperan que la noche les ampare, ó vuelva á lucir el dia para volver á besarse.
¡Ah! exclamó la duquesa dando un grito, y retirándose bruscamente de doña Clara. ¿Qué es eso, mi buena duquesa? dijo con gran interés el conde de Olivares. Nada, no es nada; es un accidente que padezco... caballero añadió dirigiéndose á Juan , ¿queréis darme vuestro brazo?... apenas puedo sostenerme... y sus majestades esperan.
Mirá. ¡Aquí verás siempre las antesalas llenas de la misma gente: son personas que esperan durante meses un maná que nunca llega, y... siempre están contentas! ¡No digás! ¿No digás?... ¡Pero si es sabido! ¡Y el proceder es sencillo!
Diríanse campeones Que esperan la pelea Que anuncie con estruendo Las lenguas del clarin: La inercia los consume Mas si el cañon humea Con varonil corage Buscan glorioso fin. Tal vez unas carreras Esperan á porfia Para cubrir de palmas Al potro mas veloz... Mas no, todos desean Robustecer el alma, Por eso ¡El Pato! El Pato! Repiten á una voz.
Palabra del Dia
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