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Actualizado: 12 de junio de 2025


Las confidencias de don Álvaro le habían enternecido, y su espíritu volaba en una atmósfera ideal; aquel airecillo romántico le hacía en las entrañas sabrosas cosquillas, más punzantes por la falta de uso. Pocas veces se hallaba él en semejante disposición de ánimo. Obdulia y Visitación, desde la ventana de la cocina que daba al patio, les llamaban a grandes voces, riendo como locas.

Se espera al predicador con impaciencia no disimulada y las plumas y los sombreros se levantan con un movimiento de ola en el sentido indicado por la curiosidad del momento. El movimiento de ola era hoy más acentuado que de ordinario, pues el orador conquistó a su auditorio solamente con el modo autoritario con que tomó posesión del púlpito. Plumas y flores se inclinaron con respeto enternecido.

Y en la accidentada historia de lo poco que he vivido, evocaré enternecido los gentiles surtidores que, blandos y arrulladores cual la brisa del desierto, me hacían soñar despierto con mi recuerdo querido. Es tu voz cuando cantas dulce fuente, arroyo fresco que en la selva umbría el himno de cristal de su corriente va entonando en suave melodía.

Enternecido y movido á compasión con esta idea, los contempló con mayor atencion, y dixo á Cacambo: Por mi vida, que si no hubiera visto ahorcar á maese Panglós, y no hubiera tenido la desgracia de matar al baron, creeria que son esos que van remando en la galera. Oyendo los nombres del baron y de Panglós, diéron un agudo grito ámbos galeotes, se paráron en el banco, y dexáron caer los remos.

Luisa golpeaba el suelo con el pie, y luego, abrazando a Juan Claudio por tercera vez, le dijo cariñosamente: Vamos, papá Hullin; la señora Lefèvre ha dicho que ... ¿Serás más malo que ella? ¡Ah! ¡Si supieras cuánto te quiero! El buen hombre, enternecido por tales palabras, se había sentado y volvía hacia otro lado la cabeza para no dejarse vencer y para no dejar que su hija le besara.

Quedó el español pensativo al oír estas palabras. Al considerar aquel rostro en que se pintaban el candor y la suavidad; aquellos ojos azules, puros como los de un niño; aquella sonrisa triste y al mismo tiempo confiada, se sintió vivamente interesado y casi enternecido. ¿Queréis le dijo después de una breve pausa bajar conmigo, y aceptar un ponche para desechar el frío? Entre tanto, hablaremos.

En otro lado de la plaza, el viejo magistrado sonreía enternecido al través de su barba blanca, admirando la valentía del muchacho y lo bien que le sentaba el traje de «luces». Al verle volteado por el toro se echó atrás en su asiento, como si fuese a desmayarse. Aquello era demasiado fuerte para él.

Y hablando así el buen Fortunato se había enternecido. Su voz se perdió en un sollozo y las lágrimas rodaron por sus mejillas.

La cuestión es que él sea feliz creyéndose un excelente naturalista, dotado de buenos ojos. Y si es feliz con mi asentimiento, ¿por qué negárselo? Alguna vez él mismo sale de su error, y entonces, enternecido, paga con un beso mudo la intención de mi aquiescencia. Y este beso de mi marido vale más, mucho más que toda la fauna, incluso la humana, que puebla la tierra.

Serafina comprendió; sabía algo, aunque no lo más humillante, de aquella esclavitud doméstica. Dejadle, dejadle salir, tiene que hacer a estas horas, sin falta... no qué, pero es cosa grave; dejadle salir. Bonis besó con la melancólica y pegajosa mirada a su ídolo, ya que no podía de otro modo, y enternecido por el agradecimiento, tomó la escalera....

Palabra del Dia

rigoleto

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