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Actualizado: 2 de mayo de 2025
¿Qué significa esto, madre? gritó la niña. ¿Por qué han abandonado todos hoy su trabajo? ¿Es un día de fiesta para todo el mundo? Mira, ahí está el herrero. Se ha lavado su cara sucia y se ha puesto la ropa de los domingos, y parece que quisiera estar contento y alegre, si hubiese solamente quien le enseñase el modo de estarlo. Y aquí está el Sr.
A las veinticuatro horas todos fingían haber recibido telegramas llamándoles con urgencia á París, y el mismo dueño, pasados unos meses, dejó su casa al cuidado de un conserje para que la enseñase como un museo. Miguel amaba la arquitectura presente, cuyas catedrales son las «galerías de máquinas» y las grandes estaciones de ferrocarril.
Llena de gozo la tía María aconsejó a Stein que se aprovechase del ascendiente que iba tomando con la muchacha, para inducirla a que se enseñase a emplear bien su tiempo aprendiendo la ley de Dios, y a trabajar, para hacerse buena cristiana, y mujer de razón, nacida para ser madre de familia y mujer de su casa.
Aceptó el santo varón el partido, esperando que el tiempo, y mucho más la sangre de Jesucristo les ablandaría los corazones y darían aquellos frutos de bendición que su celo y sus fatigas les prometían; ni eran mal fundadas sus esperanzas porque Taricú, principalísimo, en nombre de todos, le dió las gracias de querer emplearse en provecho de sus almas; y las dió también á Nuestro Señor porque se había dignado de enviarles quien sin ningún interés suyo les enseñase el camino del cielo.
Castigo es este del gran pecado que cometí ocultando a mi señora las travesuras de estas niñas, y las mil picardías que han aprendido sin que nadie se las enseñase; pero por la lanzada que te dieron, Señor, juro que seré leal y fiel con mi querida ama, y que no he de ocultarle ni tanto así de lo que pasa.
Un día que tío y sobrino se deportaban, según costumbre, a cuatro o seis leguas de distancia de los Pazos, habiéndose llevado consigo al criado y al mozo de cuadra, a las cuatro de la tarde y estando abiertas todas las puertas del caserón solariego, se presentó en él una gavilla de veinte hombres enmascarados o tiznados de carbón, que maniató y amordazó a la criada, hizo echarse boca abajo a fray Venancio, y apoderándose de doña Micaela, le intimó que enseñase el escondrijo de las onzas; y como la señora se negase, después de abofetearla, empezaron a mecharla con la punta de una navaja, mientras unos cuantos proponían que se calentase aceite para freírle los pies.
Sin embargo, aun antes que se rompiera el yugo clasicista, el filosofismo francés del siglo pasado había movido a los poetas de más alientos a crear el poema que todo lo enseñase; pero los más desecharon la acción, se limitaron al género didáctico, y trataron de escribir el nuevo poema De la naturaleza de las cosas.
Difícil de vencer era mi tentación. El mal disimulado asombro con que D. Pepito me miraba hacía mi tentación más fuerte. D. Pepito veía en mí el sobrenatural y más complicado producto de esa civilización de noventa siglos de que él quería apoderarse. Yo era para él como resumen y compendio de todas las ciencias, artes e industrias. Algo como enciclopedia viva. Entendió D. Pepito que si llegaba a entenderme y a saberme a mí, todo lo entendería y lo sabría. Y persuadido de esto, él me lo explicaba a su manera, y yo me sentía muy lisonjeada cuando él me lo explicaba. Sus explicaciones eran por lo común en castellano, pero de vez en cuando se empeñaba él en dármelas en guaraní. Yo no comprendía palabra, y él, entonces, quería enseñarme su lengua, asegurándome que para tratar de no pocos asuntos y sobre todo para el amor era mil veces más expresiva y eficaz que el habla de Castilla. Para complacerle le solía yo pedir que me dijese algo en guaraní y hasta que me enseñase a contestarle.
Dice así: «Dios, Supremo Hacedor de todas las cosas, creó el animal y el hombre racional; en cuanto al animal lo perfeccionó en todo, menos en la razón, de que dotó al hombre para que conociese á Dios, respetase á los mayores en edad, dignidad y gobierno, enseñase á sus hijos á no dañar á nadie, dar á cada uno lo que es suyo, y compartir con el pobre lo que tuviese; mas todos estos santos principios se corrompieron, desde que el hombre pecó á su Dios; y he aquí por qué las tribus eligieron rey; mas siendo imposible que este se encuentre en todos los pueblos gobernados, creó Jueces para que lo representasen y por uno de los cuales, hoy me tienen ustedes, señores, aunque indigno, para interpretar la voluntad de los representantes del Rey, por lo que y dentro de las atribuciones de un mísero Gobernadorcillo, vengo en decretar los artículos siguientes, seguro de que ustedes me ayudarán en esta insignificante, pero difícil tarea.
4 muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, y de buen parecer, y enseñados en toda sabiduría, y sabios en ciencia, y de buen entendimiento, y que tuviesen fuerzas para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.
Palabra del Dia
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