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Actualizado: 26 de junio de 2025
También don Andrés, que no faltaba nunca a la tertulia, encontró no pocas veces a Juanita, ya en la antesala, ya en los corredores, ya en la escalera, ya en el zaguán cuando ella se iba. Don Andrés había admirado mucho a Juanita el día en que ella se mostró imprudentemente tan engalanada en la iglesia, y había conservado de ella muy buena impresión.
Este criado, el gracioso de la comedia, le dice que ha inspirado una viva pasión á una señora principal, y le lleva á una casa en donde le recibe una señora muy engalanada y de ridículos atavíos, que, en realidad, no es otra cosa que una señora del primero que llega. Esta escena contiene una sátira muy divertida de las modas usadas entonces.
La razon se comprende: Venecia ha sido por espacio de catorce siglos una poderosa y pujante república: ella ha hecho las conquistas de San Juan de Acre, de Constantinopla, de parte de la Grecia: Venecia ha sido por mucho tiempo el pirata ilustrado de los mares; sus hombres de estado, sus marinos, sus pintores, sus generales, sus conquistadores, no tenian otra ciudad que engalanar mas que Venecia, y de aquí el que esta ciudad sea una sultana oriental, engalanada como una reina: sus conquistadores la han traido de Grecia caballos de bronce, estatuas, columnas de Constantinopla; ébanos, cedros, ágata, mármoles, columnas; de todas partes han traido atavíos á su ciudad querida, que sentada sobre las aguas, rodeada de lagunas, y pobre en su orígen, pues solo contaba una docena de pescadores, ha ido creciendo y brillando, con los talentos y conquistas de los esforzados hijos que ha engendrado.
Cuando la veía engalanada de este modo, no se sentaba, sino que se dejaba caer estupefacto en un sillón desvencijado: ella entonces se ponía de media anqueta en uno de los brazos del butacón, y alzando una copa de Champaña, que compró en el Rastro, brindaba con pardillo de la taberna cercana: luego paladeaban a medias los incendiados sorbos, y de fijo que no gozaron la mitad que ellos los más venturosos amantes de la historia.
Augusto consolaba a su amiga con las frases más escogidas, con los pensamientos más cristianos que le sugería su rica imaginación; pero toda su dialéctica, engalanada de formas poéticas y de bonitas paradojas, no logró llevar la serenidad al perturbado espíritu de la pobre mujer. Esta le dijo: «Mañana, mañana me tocará a mí». Dicho esto, su silencio fue absoluto durante todo el día.
En 7 de Enero de 1482, los Reyes Católicos que venían de Valencia, entraron en Teruel acompañados de numeroso séquito, del cual formaban parte el Cardenal Mendoza, y muchos grandes de Castilla y de Aragón; fueron recibidos del vecindario con extremado regocijo y grandes fiestas; juraron los reyes en la Iglesia de Santa María los privilegios y libertades de la ciudad, recibiendo de esta un donativo de doscientos florines de oro: Teruel, durante la permanencia de las regias personas, fue ricamente engalanada con tapices y caprichosos arcos de triunfo, por las noches estuvo profusamente iluminada, y sus calles pobladas a toda hora de los habitantes de los pueblos inmediatos, que acudieron a danzar y cantar ante los reyes católicos, a quienes ofrecieron ricas telas, exquisitas frutas, buenas maderas de construcción, y minerales de muchísima estimación.
Con decir que aquella litera era un regalo del duque de Lerma, está explicado todo. Del mismo modo, despertado el joven por ella, sorprendido por el breve y extraño diálogo anterior á su salida de la casa, no había podido hacerse cargo de lo exquisitamente engalanada que iba la joven.
¿Y qué se yo? dijo Casilda ; yo no la he visto morir. ¿Pero no ha muerto en la casa? Sí; sí, señor, según dicen don Francisco de Quevedo y el padre fray Luis de Aliaga, que la trajeron allá muy tarde. ¿Que la trajeron? Sí, señor; la trajeron al obscurecer; la señora había salido muy engalanada con el tío Manolillo; dicen que esta noche pasada han matado al tío Manolillo.
Arrastraba una plataforma engalanada donde se acomodaban los conspicuos de la Pola, el alcalde, el recaudador, el joven Antero, el farmacéutico Teruel; el médico D. Nicolás, D. Casiano el actuario, dos ingenieros, el químico belga y el personal administrativo de la empresa.
Luego adelantó, se sentó junto al brasero, y se puso á mirar de hito en hito á Dorotea. ¡Qué hermosa y qué engalanada estás, hija mía! la dijo ; de seguro no esperas al duque de Lerma. Para él no te atavías tanto. Este es el traje que he sacado en la comedia, y por cansancio no me lo he quitado todavía. No, no es eso; el duque te ha puesto hermosa para otro. ¡Ah! puede ser.
Palabra del Dia
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