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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Hija mía, hay que juzgar las cosas con detenimiento, examinar las circunstancias... ver el medio ambiente... dijo Santa Cruz preparando todos los chirimbolos de esa dialéctica convencional con la cual se prueba todo lo que se quiere. Jacinta se dejó hacer caricias. No estaba enfadada. Pero en su espíritu ocurría un fenómeno muy nuevo para ella.

Otros con un hocico de tres varas: se marcha en cuanto entro: apenas contesta al saludo, como si la hubiese ofendido.... Comprendo que alguna vez ha tenido motivos para estar enfadada.

¡Hereje!... replicó la dama haciéndose la enfadada , herejote... después que chupas el dinero de la Nación, que es el dinero de la Iglesia, ahora quieres negar tu auxilio a mi obra, a los pobres... El veinticinco por ciento y el cincuenta por ciento... Y punto en boca. Si no, lo gastarás en botica. Con que elige. No, hija mía; por te lo daré todo... Pues no harás nada de más, avariento.

Pero, Francisca dijimos con indignación, ¿cómo puede usted decir una cosa semejante? Dios mío, no griten ustedes tanto respondió poniéndose las manos en los oídos. Certifico que un exceso de cualidades en la mujer aleja a los pretendientes... En cambio una llena de defectos se casa en seguida. Entonces está usted madura para el matrimonio respondió la de Ribert medio enfadada, medio en broma...

Yo, exclamó usted, si un hermano mío hubiera sido condenado injustamente, no me detendría ante nada para libertarle. El mismo Sorege bromeó agradablemente sobre esto, sin lograr que usted se calmara, tan enfadada estaba usted conmigo. Por fortuna se calmó después y nuestra amistad no ha sufrido por aquella primera impresión. Miss Harvey miró fijamente á Cristián.

Casi estoy por decirte que aun me tiene algo de ley, ¡mira si soy tonto!... Pero la mardita huye de verme, y dice que no me quiere. ¿Pero la has hecho algo, Rafael? ¿No estará enfadada por alguna ligereza tuya? No: eso tampoco. Soy más inocente que el niño Jesú y el cordero que lleva al lao. Desde que tengo relaciones con tu hermana, que no miro a una moza.

De un susto que te he dado el otro día. ¿Te acuerdas cuando hicimos juntos un ramo de flores en el jardín?... Después quisiste hacerme una caricia y fui tan necia que lo llevé a mal y me eché a llorar... ¡Qué sorpresa y qué disgusto habrás tenido!... Confieso que soy una tonta y que no merezco que nadie me quiera... Sin embargo, bien puedes creerme que no estaba enfadada contigo... Lloré de sentimiento..., sin saber por qué... ¡Qué motivo tenía yo para llorar!

Si realmente estuvieses enfadada, harías mal en no decirme el motivo, para reparar mi falta, si por ventura la hubiese cometido. La conciencia no me acusa de nada... Te digo que no estoy enfadada: ¡no seas pesado! María pronunció estas palabras con evidente sequedad y sin apartar la vista del cantante. Ricardo la contempló otra vez largamente.

Al fin, la emoción venció a la vergüenza, y comencé a verter una serie de frases incoherentes, apasionadas, estúpidas, protestando de mi cariño. Estaba loco. Tantos disparates debí de decir, que Gloria soltó su mano bruscamente y se echó a correr hacia el fondo. Isabel me hizo con los ojos señas de que la siguiese. Gloria le dije en voz baja, acercándome suavemente , ¿sigue enfadada conmigo?

¡Jesús, hija, qué mal olor! exclamó deteniéndose a la entrada . ¿Qué has quemado?... Si huele aquí a infierno... Currita se puso muy seria, muy enfadada, y hasta un poco pálida. Mira, Fernandito, no digas tonterías... No me gustan bromas con las cosas del otro mundo. Y como si fuese cosa de él, volvió a lanzar otra mirada furtiva y medrosa a la imponente cabeza de fray Alonso.

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