United States or Liechtenstein ? Vote for the TOP Country of the Week !


Todo ha tornado a quedar en silencio; el aire es luminoso y ardiente; en el fondo del patio, allá en el huerto, sobre el follaje verde, brillan las manzanas rosadas, las ciruelas de oro, los encendidos albérchigos. La mariposa blanca ha desaparecido. Y suena una campanada larga, y después suena otra campanada breve, y después suena otra campanada larga... Sarrió y Azorín han ido a Villena.

«¿Qué tienes, mujerle dijo Belén, alzándole a viva fuerza la cabeza. La pecadora no contestó nada; mas la otra pudo observar que su rostro estaba tan bañado en lágrimas como si le hubiesen echado por la frente un cubo de agua, y sus ojos encendidos y aquella grandísima humedad igualaban el rostro de Mauricia al de la Magdalena; así al menos lo vio Belén.

Es un grupo de mujeres que huelen a marinada, con los ojos encendidos y las greñas flojas, con los vestidos húmedos, pardos, de una tristeza salobre, restos de otros lutos. El Señor Don Juan Manuel dispuso que se diese a cada viuda una carga de maíz. ¡Fué la sola cosa que habló! ¡Vamos allá! ¡Dios te lo premiará, mi hija! Una antesala en la casona.

No soy hipócrita; me alegraría de llegar siquiera una noche en la vida a mi casa como un cónsul, precedido de lictores con las fasces en alto o rodeado de cirios encendidos, como Nuestro Señor Sacramentado cuando se digna visitar a los enfermos.

Vamos, vamos, que es tarde. , señora; es tarde. Entraremos en casa cuando ya estén encendidos los faroles. No, no tanto. Ya verá usted. Si no te hubieras detenido en la fragua de tu primo.... ¿Qué fragua? Es un molino, señora. A Petra le supo a malicia lo que era una equivocación. Cuando llegaban a las primeras casas de Vetusta, obscurecía.

A pesar de este calor y de la peste que daban los dos reverberos de petróleo colgados sobre la mesa, recientemente encendidos, aunque a media luz todavía por recomendación del conserje, muy encarecida al muchacho que apuntaba; a pesar de esto, y de llevar más de dos horas jugando, ni el Ayudante ni Leto mostraban señales de cansancio.

Ningún hombre se veía por los pequeños espacios libres entre casa y casa que hacían el oficio de calles: todos eran voluntarios y estaban en el monte. En las cañadas cercanas no había ganado al regalo de la yerba. Algunas techumbres despedían el humo de los hogares encendidos, indicando que allí permanecían los viejos, los chicos y las mujeres.

Antes teníamos cuatro quinqués encendidos; pero, hijo, se gastaba un Potosí, y nosotras estamos más pobrecitas que las arañas. Nos hicimos partidarias del obscurantismo... Hay que tener mucho ojo, por supuesto, porque ¡viene aquí cada gachó!... No paro de un lado a otro, como usted ve. Parezco una maestra de escuela... ¿No ha pasado usted al buffet? No dije sencillamente. Soltó una carcajada.

El día 15 de Octubre comenzó á cumplirse lo ordenado por las autoridades, y es curioso el hacer constar que hubo una verdadera oposición por parte de la gente de los barrios bajos á la novedad de los faroles, dándose con frecuencia el caso que apenas eran encendidos muchos de ellos, los mozos de barrio y algunos pájaros de cuenta destruían á pedradas los cristales, volviendo á dejar las calles en aquellas sombras que tanto favorecían sus planes.

Sordos rumores, voces ahogadas, imprecaciones que presto hallaban eco, corrían por el concurso, que se iba animando, y comunicándose ardimiento y firmeza. En primera fila, al extremo del zaguán, estaba Amparo, pálida y con los ojos encendidos, la voz ya algo tomada de perorar, y, sin embargo, llena de energía, incitando y conteniendo a la vez la humana marea.