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Actualizado: 12 de septiembre de 2025
Doña Constanza, mientras tanto, otra dama enamorada de Don Juan, cuya suerte le sigue interesando, forma el proyecto de explotar la cólera del Príncipe, escribiéndole billetes amorosos y dándole citas nocturnas bajo el nombre de Doña Sol.
Su esposa, que lo ama tiernamente, vive en su ausencia en tranquilo retiro; pero una de sus damas, enamorada del conde Vela, forma el plan aleve de escribirle cartas amorosas en nombre de Doña Estefanía, y en invitarlo á una entrevista nocturna.
Hay que repetirlo: misia Gregoria estaba enamorada de don Bernardino, y esto, a los veintitantos años de casada, en que se ha tenido tiempo suficiente para ver el revés y el derecho del carácter, y conocer la urdimbre de la persona como las propias manos, es muy digno de respeto y alabanza.
Estos últimos párrafos ya no los leía el Magistral en voz alta, sino que había vuelto a sentarse y leía sin ruido y para dentro. Aunque algunos celos tenía de Santa Teresa, de la que veía enamorada a su amiga, estaba satisfecho, y el gozo le saltaba por ojos, mejillas y labios. «Aquello era vivir; lo demás era vegetar.
Mirad, caterva enamorada, que para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar; para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo.
Con no mas de querer bien á mi ama, O fingir que la quiero, me bastaba. Mas quién podrá fingir lo que no quiere? Necesidad te fuerza á que lo hagas. Necesidad me fuerza á que lo haga. Quán rica es para tí, y quan hermosa! Quán rica y quán hermosa que es mi ama! Y liberal, que hace mas al caso, Que te dará á montón lo que quisieres. Y siendo liberal y enamorada, Darame todo quanto le pidiere.
Granjeé una voluntad en todos agradecida, pero no enamorada, que, como no estaba tan bien vestido como era razón, aunque ya me había mejorado algo de ropa por medio del alcaide, a quien visitaba siempre, conservando la sangre a pura carne y pan que le comía, no hacían de mí el caso que era razón.
¿Estás enamorada, Dorotea? No lo sé. Esa contestación me asusta. Y ¿por qué? Cuando una mujer no ve claro en su corazón... Prueba que está ni dentro ni fuera. Te creo demasiado dentro. Puede ser. ¿Me hablarás la verdad si te pregunto? Nunca os he engañado, me servís de padre. Padre que ahora hace bien poco por ti. Vos habéis hecho cuanto podíais por mí.
Además, ya sabemos que Clementina era para él, no sólo la tórtola enamorada, sino el cuervo que le traía en su pico el sustento. Envuelto en su gabán de pieles y arrellanado en el rincón del coche, no despegó los labios en todo el camino. Era la una. La noche fría y despejada, una noche de Madrid, en que el ambiente produce cosquillas en los ojos y la nariz.
Porque me pareció que también ella estaba enamorada de Medrano. A José Luis no le interesaban gran cosa los relatos de la anciana. Se advertía su atención distraída y la extrañeza que le causaba la evidente despreocupación de su novia de la adolescencia.
Palabra del Dia
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