Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
Movían sus cabezas los olmos, los pinos, las carrascas, las encinas; vibraba la orquesta inmensa del bosque, y de un extremo a otro esparcíase el lamento de la sinfonía salvaje, despertando los ecos en las cañadas, aguzándose en las alturas, volviendo a descender en busca de nuevas masas de árboles que repitiesen este suspiro de arpa temblorosa.
Uno de los cosacos, el que los cazadores habían visto dando de beber al caballo, se encontraba a doscientos pasos aproximadamente. Sonó el tiro, que repitieron los ecos profundos de la garganta, y el cosaco, cayendo por encima de la cabeza de su montura, desapareció en el hielo de la laguna. Es imposible describir el estupor que se apoderó del enemigo al oír la detonación.
Todas las historias pasadas, los ecos de su vida de aventuras, llegados hasta ella débilmente y que jamás quiso creer considerándolos obra de la envidia, se los repitió doña Bernarda con su autoridad de señora formal y buena cristiana, incapaz de mentir.
Mil reminiscencias vagas surgían en su memoria como lejanos ecos de música oida durante la noche, como aires de una cancion de la infancia, murmullo de bosques solitarios, riachuelos sombríos, noches de luna á los bordes del mar que se estendía inmenso delante de sus ojos... Y el enamorado joven que se consideraba muy desgraciado, se puso á mirar al techo para que las lágrimas no cayesen de sus ojos.
Cuando el día desciende, entro en mi casa a paso lento; me encierro en mi habitación, la más alta y abandonada de la casa, desde la cual se domina el viejo campanario de la aldea: desde allí se sienten muy bien los ecos de la campana y los silbidos del viento.
Por algunos segundos escucharon con recogimiento y ansiedad aquellos ecos formidables que hacían retemblar la tierra. La mesa se estremecía y el cristal de la vajilla y el de las arañas cantaban con agudo repiqueteo.
Cuando visitamos á Colonia la catedral estaba colmada de materiales de construccion, y el martillo del obrero ensordecia con sus ecos las inmensas naves del templo.
Vino D. Alonso á los ecos del tumulto, y viendo que los refugiados no querian abrir las puertas de la iglesia, solicitó que la turba popular las quebrantase. Rehusaron los tumultuados cometer semejante sacrilegio, pero D. Alonso mandó llamar á setenta de sus esclavos que las hicieron pedazos, sacando á Merlo, á quien envió el magnate á su castillo de Aguilar.
Julita soltó una estrepitosa carcajada, cuyos ecos llegaron hasta el gabinete de Miguel. «¿De qué se reirá aquella loca?» se preguntó éste sonriendo también frente al espejo mientras se aderezaba para salir. ¡Miguel! ¡Miguel! gritó su hermana desde el pasillo. Ven aquí, por Dios; ¡mira, por tu vida!
Al fin caemos en la cantidad... Jacinta veía el cielo abierto... pero este cielo se nubló cuando el bárbaro desde un rincón, donde su voz hacía ecos siniestros, soltó estas fatídicas palabras: «Ea... pues... mil duros, y trato hecho». ¡Mil duros! dijo Guillermina . ¡La Virgen nos acompañe!, ya los quisiéramos para nosotros. Siempre será un poquito menos. No bajo ni un chavo. ¿A que sí?
Palabra del Dia
Otros Mirando