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Actualizado: 19 de junio de 2025


Miraba los recortes de papel impreso, muchos de ellos amarillos ya por el tiempo, y pasaba ante sus ojos la visión de teatros llenos de elegantes descotes y pecheras rígidas y brillantes como corazas; ambientes caldeados por la luz y el entusiasmo, donde centelleaban ojos y joyas, y en el fondo, con su casco y su lanza, ella, la walkiria dominadora, saludada con aplausos y gritos de admiración.

Y convencida de la superioridad de su país sobre todo lo existente, propuso a Fernando que fuese su amigo con igual gesto que si contratase un buen servidor para su casa. A impulsos de su franqueza dominadora, no ocultaba que se había enterado de la historia de él, así como de la de todos los que en el buque atraían su atención.

Era Teodoro de Bry, impresor de Lieja, que de 1570 a 1602 estuvo publicando libros y estampas para alimentar en Europa la curiosidad por los sucesos de las Indias y el odio a España, dominadora del viejo mundo en aquel entonces. El buen flamenco hizo obra patriótica desacreditando por todos los medios a los españoles les que gobernaban su país.

Creo y he creído siempre que el verdadero prestigio en todos los países está en el que posee las riquezas obtenidas de su suelo por el trabajo que enaltece, en cuanto es el más eficaz elemento de progreso, y por eso me atrevo á calificar de absurdos y erróneos y de preocupaciones inadmisibles, procedimientos políticos basados en semejante concepto del prestigio de una raza dominadora sobre la dominada.

, : te estás rascando una oreja. Porque me pica. No, sino como diciendo para ti: si yo quisiera podría decir dónde está mi señora. No; no, señor, yo no lo . ¿A dónde has ido con un recado de tu señora? dijo á bulto Quevedo, pero con un acento tal de seguridad y una mirada tan profunda, tan dominadora, que Pedro se turbó. ¡Pero don Francisco!... dijo Casilda. Quevedo no la dejó continuar.

Estaba segura de su poder... Y reprodujo el beso del Acuario, aquel beso que estremecía la espalda del marino, haciéndole vacilar sobre sus piernas. Pero cuando se entregaba con más abandono á esta succión dominadora, se sintió repelida, disparada por un manotón brutal, semejante al puñetazo que la había lanzado sobre los almohadones al principio de la entrevista.

Pero María Teresa no la escuchaba ya. Sentada delante del fuego, amodorrada por la fatiga y por el calor que le daba la chimenea, le parecía oír distintamente dos voces en su interior: la una acariciadora, inspirada en las mismas ideas de Diana, que la incitaba a alegrarse de la asiduidad de Huberto; la otra, evocando consideraciones de un orden diferente, dominadora, imperiosa, le aconsejaba que esperase antes de decidirse.

Una cortina de árboles corpulentos tapa el más cercano grupo de casas, y si algunas aldeas lejanas se ven de trecho en trecho, no son más que manchas del paisaje, trazos del gran cuadro. Ya no es el castellano el dueño y para nada le serviría dar á su morada una posición dominadora. Más le vale una soledad donde pueda gozar en paz de la naturaleza.

Sintió él que se anudaban como tentáculos irresistibles en torno de su cuello los brazos soberanos, y que una boca dominadora se apoderaba de la suya lo mismo que en el Acuario... Y rodó bajo esta caricia de fiera, con el pensamiento perdido, olvidándose del resto del mundo, descendiendo y descendiendo por un mar de sensaciones nuevas, como un náufrago satisfecho de su suerte... Pero esta vez llegó al fondo.

Mientras dormían los buenos padres, el semicírculo luminoso recordaba á los pueblos de la ría y á la misma Bilbao que allí estaba la orden poderosa y dominadora, pronta siempre á ponerse de pie, no queriendo abdicar ni ocultarse ni aun en la obscuridad de la noche.

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