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Actualizado: 23 de julio de 2025


En aquella hora final, cuando creía que pronto iba á arrojar para siempre la letra candente, se había ésta convertido singularmente en centro de la mayor atención y curiosidad, abrasándole el seno más dolorosamente que en ningún tiempo desde el primer día que la llevó.

¡Mi libertad! ¡vos! exclamó dejando ver la expresión de una profunda sorpresa don Juan. , yo... aquí está dijo Dorotea mostrando al joven un pliego cerrado. ¿De modo que ya puedo salir de aquí? Aún no contestó dolorosamente Dorotea. Esta respuesta de la joven irritó á don Juan. ¡Ah! ¡venís á imponerme condiciones!

Y agarraba un puñado de su sotana con los dedos crispados, como si quisiera rasgarla. Transcurrió un largo rato de silencio. Don Sebastián miraba al suelo con ojos duros, contrayendo sus manos como si quisiera agarrar a los invisibles enemigos. De vez en cuando sentía las punzadas de su enfermedad y suspiraba dolorosamente.

Apoyé la frente en los vidrios para refrescarla, siguiendo maquinalmente el movimiento de las hojas muertas que el viento levantaba y hacía revolotear hasta la ventana. Comenzaba ya a obscurecer, cuando de repente afuera, en el corredor, una voz de mujer que se lamentaba y daba gritos tan violentos, que la enferma, dormida, se estremeció dolorosamente. La cólera me subió a la cara.

Los salvajes gritos de los mochuelos, el murmullo intermitente de las aguas y el vespertino canto de los insectos, añadían todavía mayor tristeza a la impresión de soledad que oprimía el corazón de Francisco. Desde que las confidencias de la señora Liénard habían derribado sus castillos en el aire sentíase dolorosamente desencantado.

Diciendo esto, en mi interior se retorcían dolorosamente unas como culebras, que me estrujaban el corazón mordiéndolo y apretándolo con estrechos nudos. Yo quería aparentar serenidad; pero mis palabras balbucientes y cierta invencible sofocación de mi aliento descubrían la flaqueza de mi espíritu caído desde la cumbre de su mayor orgullo. ¿Quieres saberlo? Pues te lo diré. Es un inglés.

Le llevó al estanque, le restregó la cara haciéndole pasar sucesivamente del negro al gris, luego al blanco, después al rojo subido, tan rojo que el niño chillaba como un condenado y estuvo a punto de renunciar de una vez y para siempre a aquel caramelo tan dolorosamente comprado. Reynoso estaba enajenado.

De don Juan Téllez Girón, querréis decir, señora dijo el cocinero mayor. De Juan Montiño digo repitió con impaciencia la Dorotea. Juan Montiño, hija mía dijo dolorosamente el tío Manolillo , es don Juan Téllez Girón.

Comimos luego en un lujoso y aéreo Restaurant, situado en la Plaza de la Bolsa, cuyo dueño se llama como jamás olvidaré, Champeaux. Ignoro si este nombre puede tener para los oídos franceses alguna poesía; pero muy bien que es un nombre célebre, prosáica y dolorosamente célebre para mi afligido bolsillo, como verá el lector en el PARIS CURIOSO.

Y el duque sacó una cajita de terciopelo, la abrió, y dejó ver dentro una cruz de Santiago, esmaltada en una placa de oro. ¡Ah, señor! exclamó trémulo de alegría el cocinero ; ¿me da vuecencia el hábito de Santiago? ¿Y para qué le queréis vos? ¿para que no os atreváis á entrar en la cocina, por temor de que se os manche la cruz? Cayó dolorosamente despeñado de lo alto de su vanidad Montiño.

Palabra del Dia

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