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Actualizado: 5 de junio de 2025


Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del pensamiento, de acabarle, fue un argumento que hice conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se representa, diciendo: ''Si estas que ahora se usan, así las imaginadas como las de historia, todas o las más son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de serlo, y los autores que las componen y los actores que las representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera; y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del cantillo''. Y, aunque algunas veces he procurado persuadir a los actores que se engañan en tener la opinión que tienen, y que más gente atraerán y más fama cobrarán representando comedias que hagan el arte que no con las disparatadas, y están tan asidos y encorporados en su parecer, que no hay razón ni evidencia que dél los saque.

La necesidad de ganarse la subsistencia en un país extranjero, cuya lengua empezaba á conocer, hizo que sólo se ocupase de su persona. La vida agitada y aventurera de los pueblos nuevos le arrastró á través de los más diversos oficios y las más disparatadas improvisaciones.

Las mujeres que adoran a sus maridos me encantan. Elena soltó una carcajada. Sabe usted decir las cosas de un modo, Núñez, que cualquiera pensaría que habla usted en serio. ¿Tan absurdas encuentra usted mis ideas? Efectivamente Elena las hallaba completamente disparatadas y así lo manifestó sin rodeos. Se inició una discusión viva pero amical entre el pintor y la dama.

La cosa no tenía nada de fácil. Vistas desde el pavimento de la nave las pechinas, eran cuatro superficies triangulares y cóncavas que parecían tener desde la base al vértice tres metros o poco más, pero miradas de cerca, en lo alto del andamiaje, eran disparatadas de grandes.

En cambio, en cuanto mudé la conversación y le traje a la política, D. Jenaro no emitió más que ideas vulgares o disparatadas. España, en su opinión, no podía gobernarse sino a latigazos. Lo primero que hacía falta era barrer a todos los granujas que bullen por los ministerios, y poner en su lugar personas decentes y de arraigo. Luego, ¿para qué sirve el Congreso?

El espíritu de usted es recto por naturaleza y está sano: pero yo advierto en el Himno insanos extravíos y disparatadas disonancias. No extrañe usted que lo atribuya á la vaga lección de malos libros franceses, de los que están de moda, de cuyo pesimismo, naturalismo falso y caprichosa impiedad, se hace usted eco. Usted, de por , sería como Dios manda.

Los guitarristas colocaban sus posaderas en cráneos de caballo; una parte del público se dejaba caer en el suelo al sentir cansancio, y al mismo tiempo, en la anaquelería, detrás del mostrador, se renovaban todas las semanas las filas de botellas de champaña. Cuando los jornaleros cobraban su quincena, el Gallego tenía que atender á las más disparatadas orgías.

Por encima de esta confusión de formas disparatadas, Bonis dibujó rayas simétricas que imitaban muy bien la superficie del mar en calma, y sobre la línea más alta, la del horizonte, volvió a trazar una imagen de la noche, pero de noche serena, en mitad de cuyo cielo, atravesando cinco hileras de neblina tenue, las líneas del pentagrama, se elevaba suave, majestuosa y poética, la dulce luna llena: en su disco, elegantes curvas sinuosas decían: Serafina.

Además, eso pasará; yo tengo la esperanza de que se desvanecerán sus disparatadas ideas. La suposición de abandonar al inválido excitó su piedad, dando á sus palabras un tono amoroso. ¡Qué sería de él!

Basta ya por hoy. Otro día hablaré de otras razones menos disparatadas que alega el señor Merchán en favor de la guerra de Cuba. Ciencia exacta es la estadística. Yo no lo niego. Lo único que me atreveré á decir es que siempre que de estadística se trata, acude á mi memoria este cuentecillo.

Palabra del Dia

rigoleto

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