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Actualizado: 5 de junio de 2025
Ferragut sintió interés por los remotos amores de aquella napolitana, gran señora, con el magnate español, prudente y linajudo. La pasión había hecho cometer al grave virrey la locura de construir un palacio en el mar. También el marino amaba á una mujer de otra raza y sentía iguales deseos de hacer por ella cosas disparatadas.
Desgraciadamente siguieron las huellas del maestro poetas adocenados y pobres de imaginación, que exageraron hasta lo sumo sus locuras y caprichos, dando tortura á las palabras y acumulando obscuras metáforas y voces nuevas y disparatadas. Disfrazaban su incapacidad con un turbión de palabras pomposas, y les servía su estilo hiperbólico y ampuloso para ocultar la pobreza de su ingenio.
Tómenla, ¡yo no la quiero, no la quiero!... Misia Casilda, acariciando la cabeza rubia, murmuraba: ¿Ves? si yo te lo decía, yo te lo decía... Luego, ensayó arrancarle aquellas ideas disparatadas. No hables así, Quilito, mira que Dios te está oyendo; no te aflijas tanto, hijo mío, quizá todo pueda arreglarse. ¡Has perdido! es una desgracia, pero trataremos, unidos, de remediarla.
Ya provenga del influjo de los árabes, ya de una inclinación natural del espíritu del pueblo, ello es, que aparecen esas cualidades en los albores de la literatura castellana: hállanse en los antiguos romances; los cancioneros ofrecen numerosos ejemplos, y en la Celestina se observa, que el afán de hacer alusiones y rebuscadas comparaciones se había ya introducido en el siglo XV en el lenguaje ordinario . Téngase además en cuenta, que en los países meridionales se propende á las exageraciones y á las comparaciones disparatadas. ¿No llaman la atención, á quien trata y conversa con españoles, las singulares metáforas é hiperbólicas expresiones, de que usan á menudo en su lenguaje?
Los otros oyentes, silenciosos y cabizbajos, no experimentaban menos el encanto de aquellas afirmaciones, que tan audaces resultaban en el ambiente reposado y rancio del claustro. Don Antolín era el único que reía, encontrando graciosísimas, por lo disparatadas, las ideas de Gabriel. Comenzaba a atardecer. El sol había desaparecido tras de los tejados de la catedral.
Por un momento creyó haber encontrado el medio de apartarle de tal existencia. Los parientes de Berlín visitaron á los Desnoyers en su castillo de Villeblanche. Karl von Hartrott apreció con bondadosa superioridad las colecciones ricas y un tanto disparatadas de su cuñado. No estaban mal: reconocía cierto cachet á la casa de París y al castillo.
Emma se acordó por primera vez pensó en ello , de que tales frases disparatadas ella no las sabía tiempo atrás, de que era Bonis mismo el que se las había hecho aprender en aquellas locuras de que jamás hablaban los dos después que amanecía. ¿Sería aquello mismo lo que les decía la cómica a sus queridos? ¿Sería Bonis uno de tantos? ¿Sería verdad lo que había llegado a sus oídos y lo que ella había sacado por conjeturas? ¡Parecía imposible!
Oropel, luces, relumbrones, escenas cáusticas, contrastes imposibles, aventuras maravillosas y disparatadas, alarmantes; pero que cautivan, que seducen, que nos arrastran á despecho nuestro; sobre todo, lavar la cara de las cosas, mover el palaustre; hé aquí la expresion más constante y más universal del arte francés.
El remanso donde se bañaba estaba envuelto en sombras espesas que los árboles arrojaban. Permaneció más de media hora tendido de cara al cielo contemplando las estrellas que flotaban en el éter como él en el agua. Pensaba, ó por mejor decir, soñaba cosas disparatadas, pero suaves y hermosas. El calor, sin embargo, no huía de su cuerpo.
Así, para la credulidad fundamental del niño, del salvaje y del ignorante, las explicaciones son tanto más creíbles cuanto son más disparatadas, más extraordinarias, más fantásticas, que es decir, más atrayentes, más impresionantes sobre la imaginación predominante en ellos.
Palabra del Dia
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