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Actualizado: 11 de junio de 2025
La señora Chermidy había empleado la mañana en hacerse un tocado irresistible. Seguramente estaba más hermosa aún que la noche anterior. Una mujer está en su tocador como un cuadro en su marco. Aprovechó la turbación en que sus gracias habían envuelto al señor de La Tour de Embleuse para acabarle de arrollar en los pliegues de su oratoria insidiosa.
Retirose el lacayo cuando nos vio en tren de marchar, y fue a subir a la trasera; sacudí mi fusta sobre el animal, con mucho tiento por no acabarle de derrengar: mas, ¿cuál fue mi admiración, cuando siento bajar el asiento y veo alzarse las varas levantando casi del suelo al infeliz animal, que parecía un espíritu desprendiéndose de la tierra? ¿Y qué dirán ustedes que era? que el birlocho venía sin barriguera, y lo mismo fue poner el lacayo la planta sobre la zaga, que, a manera de balanza, vino a tierra el mayor peso, y subió al cielo la ligera resistencia del que tantum pellis et ossa fuit.
Mas pues en tales terminos nos vemos, Que estamos como damas encerrados, Hagamos todo quanto hacer podremos Para mostrar los animos osados: A nuestros enemigos convidemos A singular batalla, que cansados De este cerco tan largo, ser podría Quisiesen acabarle por tal via.
Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del pensamiento, de acabarle, fue un argumento que hice conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se representa, diciendo: ''Si estas que ahora se usan, así las imaginadas como las de historia, todas o las más son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de serlo, y los autores que las componen y los actores que las representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera; y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del cantillo''. Y, aunque algunas veces he procurado persuadir a los actores que se engañan en tener la opinión que tienen, y que más gente atraerán y más fama cobrarán representando comedias que hagan el arte que no con las disparatadas, y están tan asidos y encorporados en su parecer, que no hay razón ni evidencia que dél los saque.
Palabra del Dia
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