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Actualizado: 23 de julio de 2025
No debo ocultar que experimenté cierta satisfacción pueril al pensar que conmigo se estaba hasta la una y media y aún más algunos días. Me detuve un instante a ver qué dirección tomaba mi enemigo, y observando que seguía calle abajo, corrí cuanto pude delante, perdiéndome en sus recodos. Cuando di la vuelta a la esquina de la calle de Conteros, me detuve y esperé. No tardó en aparecer.
Todos me conocían, me vieron crecer y me tuteaban.... Me detuve en un tenducho, y pregunté por don Román López. El tendero salió a la puerta, y señalándome una casa me dijo: ¡Allí, joven, allí!... ¡En aquella casa pintada de amarillo! ¡El ruido de los muchachos le dirá dónde! ¡Allí está la escuela! ¿Y si mi buen maestro, si el pomposísimo no me recibía cariñosamente?
Llené mi cartera de letras sobre Londres. Descendí a la calle con el furor de un buitre que hiende el aire en busca de su presa. Pasaba un carruaje vacío. Le detuve gritando: ¡A los toros! ¡Son diez reales, mi amo! Introduje la mano en la cartera cargada de millones y saqué las monedas que tenía: 75 céntimos... El cochero fustigó el anca de la yegua y siguió refunfuñando.
Cambio de itinerario. La Ville de París. La travesía. Colón. Un puerto franco. Bar-rooms y hoteles. Un día ingrato. Aspectos por la noche. El juego al aire libre. Bacanal. Resolución. Me detuve un instante a almorzar en Consuelo, volví a ver el famoso cuarto en que habíamos pasado la noche a la venida, con los Mounsey y la numerosa y heterogénea compañía de que hablé.
Abandonando mi escala, pues era evidente que ya no la necesitaba, nade hacia el puente, escalé la mitad del muro y allí me detuve, espada en mano, escuchando atentamente. La ventana del Duque estaba cerrada, y la habitación, al parecer en profunda obscuridad. En la de Antonieta había luz. Nada interrumpió el silencio de la noche, hasta que dio la una y media en el gran reloj de la torre.
Una estocada que le traspasase el corazón, un tiro que le deshiciese la cabeza; esto era lo que mejor representaba mis sencillos deseos, y en ello me detuve con voluptuosa complacencia. Si yo fuera un hombre aturdido, falto de previsión y de cálculo, quizá hubiera hecho aquella noche una barbaridad muy gorda.
Bajaron todos, y me detuve deseando aislarme por breve rato para recoger mi espíritu y dar alas a mi pensamiento. Habíame paseado un poco entre la puerta y la plataforma de Capuchinos, cuando vi en la muralla una persona, un bulto negro, cuya forma y figura no podía distinguirse bien, y que se volvía hacia la playa, siguiendo con la vista a los espectadores y héroes del burlesco desafío.
Viéndola obstinada en cerrarme el paso, trepé sobre el bosque y la acompañé algún tiempo así con riesgo constante de romperme la cabeza contra los árboles, y llegado el momento oportuno de cerrarle el paso, franqueé de un salto el declive y cayendo en lo hondo del camino detuve mi caballo y lo cuarteé.
Me detuve en Madrid quince días, y aunque no me apartaba casi nunca de mi esposa, como era natural, tuve ocasión para dejarla en la fonda una noche charlando con otra huéspeda y me fui a saludar a mis amigos, los poetas dramáticos del Oriental. Recibiéronme con una indiferencia que me heló el corazón.
Yo dije á mi mujer que venia á mi brazo sin comprender lo que pasaba: ese hombre nos quiere arrebatar sin duda al Paris que está en la tierra, para llevarnos á otro Paris que estará en el cielo ...aunque ignoro si podrá subir tan arriba. En el primer tramo del piso cuarto me detuve. Mozo, no subo más. Montez, monsieur, montez; nous y sommes.
Palabra del Dia
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