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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Todos hablaban en voz baja para que no se oyese nada en la calle. Los mismos criados del casino, que dormían en sillas, en la cocina y en el patio, no llegaron a despertarse. D. Luis eligió para testigos al capitán y a Currito. El conde, a los dos forasteros. El médico quedó para hacer su oficio, y enarboló la bandera de la Cruz Roja. Era todavía de noche.
El señor de Bevallan, que no se desconcierta fácilmente, desapareció en el monte vecino, donde durante un momento oímos crujir el ramaje; á poco rato volvió armado de un largo vástago de avellano y púsose á despojarle de sus hojas. ¿Por ventura piensa usted alcanzar hasta la otra orilla con ese palo? preguntó la señorita Margarita, cuya alegría comenzaba á despertarse visiblemente.
De repente pareció despertarse un claro recuerdo en su memoria y exclamó: ¡Por vida de! ¿Sois Burlesdón? Mi hermano es el actual Conde de este título. ¡Claro está! Con esa cabeza no podía ser otra cosa dijo echándose a reír. ¿No conoce usted la historia, Tarlein? El joven me miró, algo cortado, con una delicadeza que mi cuñada hubiera admirado grandemente.
Su dolor fue, con todo, mucho más desesperado, cuando al despertarse al otro día muy de mañana supo que la Princesa había desaparecido, dejándole escritas las siguientes palabras: «Padre, ni me busques, ni pretendas averiguar adonde voy, si no quieres verme muerta.
Poco después escribió una larga carta a su esposa rebosando de ternura. Al final le decía que al día siguiente iría a verla. Al despertarse por la mañana recibió la contestación de Carlota. «No vengas a verme. No quiero que pises esta casa. Espera a que te indique el sitio y la hora donde podemos vernos. Eres demasiado bueno, Mario.»
Pero, el sábado por la mañana encontró al despertarse su mejor uniforme cuidadosamente cepillado, sus botas bien embetunadas y la camisa más fina preparada al pie de la cama, como por el asistente más meticuloso. Y el joven se quedó encantado. ¡Querida tía Liette!
Las horas del día pasaron. Ella dormía, dormía sin pensar en despertarse. De vez en cuando oía afuera el paso ligero de las criadas; aparte de eso, todo estaba silencioso y desierto en derredor nuestro. De Roberto, ni trazas. A mediodía no pude dejar de preguntar por su paradero. Le habían visto por la mañana salir a los campos, seguido por sus perros.
¡Bah!... ¿Crees que este es un guardia de corps suficiente? Se echó a reír jugando con el pequeño, que acababa de despertarse y trataba de cogerle el bastón. Medio tranquila, la madre sonreía ante este gracioso espectáculo. De repente una campana de a bordo llamó a los pasajeros retrasados e hizo palidecer a la pobre Juana, que vaciló en el brazo de su compañero.
Forzoso era admitir nuevamente que, al amar a la Natzichet, o mejor dicho, al entrar en relaciones con ella para alargar la lista de sus triunfos galantes, el Príncipe no había olvidado del todo a la Condesa, o que en el momento de verla próxima a caer en brazos de otro, había sentido despertarse su amor por ella.
Pero ella, entonces, la desgraciada... ¡Mírala! Está aterradora... Con la palidez de la muerte en las mejillas, Julieta se levantó de la tumba y fué á caer en los brazos de su amante. Con voz que parecía velada por el crepúsculo de la noche eterna, la hija de Capuleto esperaba la embriaguez de su dicha al despertarse sobre el corazón del bien amado.
Palabra del Dia
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