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El arquero Simón, que figuraba en primera línea con Reno, Tristán y otros camaradas, no escaseaba sus comentarios más encomiásticos sobre el talante del desconocido y la maestría con que momentos antes había manejado caballo y lanza. Á fuerza de mirarle pareció despertarse un confuso recuerdo en la memoria del veterano.

Ha leído todas mis obras: las lee diariamente, y los principios que en ellas se sostiene... Son inmejorables, señora; pero su hija de usted es muy joven, y si su corazón llega a despertarse... No se despertará nunca. En mi familia no se despiertan los corazones. No lo dudo dije mirándola, en cuanto al pasado; pero en el futuro...

Solía Leonor despertarse cuando su madre estaba contemplándola de esta manera; y entreabriendo dichosamente los ojos amantes y atrayéndola a con sus brazos, se dormía otra vez, con la cabeza de su madre entre ellos; de su madre que apenas dormía.

El viejo linajudo sale seguido del capellán. Después de un instante en torno del fuego, bajo la chimenea donde resuenan las risas del viento, comienzan a despertarse las voces de los mendigos, apagadas y llenas de misterio. ¡En una casa tan rica no haber pan en el horno!... ¡Vísteislo vosotros jamás de los jamases? ANDREÍ

El día de aquella tremenda conversación sobre los matrimonios sin amor, Bettina también sintió por la primera vez despertarse de pronto en ella esa necesidad de amar que duerme, mas no muy profundamente, en el corazón de todas las jóvenes. La sensación fue la misma, en el mismo momento, en el alma de Juan y en el alma de Bettina. El, aterrado, se echó bruscamente atrás.

Inmediatamente después, separó las manos sin que opusiera resistencia la cinta que las ataba, y cerrando ambos puños se frotó con ellos los ojos, como es costumbre en los niños al despertarse. Luego se incorporó con rápido movimiento, sin esfuerzo alguno, y mirando al techo, se echó á reir; pero su risa, sensible á la vista, no podía oirse.

Aturdido, confuso, fuera de , el pobre millonario salió haciendo reverencias en todas direcciones y no tardó en encontrarse en su carruaje, sin saber por qué ni cómo. Se golpeaba la frente, se arrancaba los cabellos y se pegaba pellizcos en los brazos para despertarse a mismo, por si, como creía, era juguete de un sueño.

Tienes que pasar tu brazo en torno de su cuerpo me gritaba una voz interior, de lo contrario no descansará bien. Dos veces, tres veces, traté de hacerlo, pero retrocedía de espanto. ¡Si Marta fuera a despertarse bruscamente! Pero no, sus ojos nada veían, sus oídos nada oían. Y me decidí... Entonces se apoderó de una alegría desatinada.

La poesía para despertarse, porque la poesía es como el sentimiento religioso, una facultad del espíritu humano, necesita el espectáculo de lo bello, del poder terrible, de la inmensidad de la extensión, de lo vago, de lo incomprensible, porque sólo donde acaba lo palpable y vulgar empiezan las mentiras de la imaginación, el mundo ideal.

Al despertarse la criatura y ver aquellos fantasmas, quedó paralizada por el terror, tapose luego los ojos con las manos y un sudor copioso y frío bañó su cuerpo. Su corazón comenzó a dar tan fuertes golpes que se oían a distancia, dejó escapar algunos gritos ahogados y roncos; por último, llevándose las manos al pecho, se revolcó por el suelo sin sentido, presa de espantosas convulsiones.