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Actualizado: 7 de octubre de 2025


Á proa está formado el pañol de pertrechos; á popa la despensa. En la cubierta dan acceso á la bodega dos grandes escotillas y dos escotillones á los pañoles. Por encima de la cubierta, desde el centro del barco á popa, corre otra llamada tolda con escotilla y escala de comunicación entre ambas.

Con la cocina, con el guiso diario, hay muy distinto proceder. Una señora cuidadosa y casera tendrá cuenta con lo que se guisa, irá a la despensa, dará órdenes: pero el verdadero guisar queda enteramente al cuidado de la cocinera. De aquí lo decaído del arte. La cocina cordobesa fue, sin duda, original y grande.

Y creo que el bueno del cocinero hubo de notar que había ratones en la despensa; pero no dió con el ratón. Y ya debe estar crecida y hermosa Inesita. ¡Pobre Montiño...! Hereje impenitente... pero sepamos quién es ahora el ratón de su despensa. No es ratón, sino rata y tremenda... el sargento mayor, don Juan de Guzmán.

A un lado hay una puertecita interior que comunica con la cocina, estrechísima y ahumada; en el fondo hay otra que conduce á la alcoba, y mas adentro se ve un dormitorio para los muchachos y alguna despensa ó cuarto particular.

Nos metimos en la despensa y llevamos a nuestra cámara provisiones para quince días, dos barriles de vino y de ron, embutidos, carne seca, galletas; luego entramos en el pañol del pan y lo dejamos casi vacío. Arraitz, que estaba de guardia, nos avisó que la gente comenzaba a ir y venir por la cubierta. Vamos ya dijo el teniente. ¿Cerramos la despensa? le pregunté yo. No. ¿Para qué?

¿Qué, contesta algo? dijo burlonamente el ama del cura. , ya va contestando, ya va contestando. ¿Y qué dice? ¿Qué dice? preguntó el cura. Pues dice contestó Fernando que es muy pequeña, pero que ahí, en esa despensa, hay guardada una trucha muy grande y que ella debe de saber mejores noticias de mis parientes

Se preocupaba de ellos con cariños de «madrina», enviándoles chocolate, comestibles selectos, todo lo que podía extraer de la despensa de Villa-Sirena sin detrimento del servicio. Algunas cartas llegadas del frente le hacían llorar y reir de emoción. Un voluntario le pedía el envío de una buena navaja de España, por haber roto la suya en un encuentro nocturno.

El teniente mandó que cerráramos la puerta de la toldilla y le siguiéramos. Bajamos a nuestra cámara, la abrimos, y salimos a la escalera. Cerrad la escotilla dijo el piloto ; cuando esa gente se despierte entrará a saco en la despensa y no dejará nada. Ahora hay que aprovecharse.

A todo esto, el invierno se había acabado; los salones se cerraban; las tertulias se deshacían; en el Real había terminado su temporada la compañía de celebridades italianas, cuyos gorgoritos había pagado la gente rica con sumas increíbles, y las que querían aparentar que también lo eran, con el fondo del baúl, las rebañaduras de la despensa y con algo más sagrado que no se recobra jamás una vez que se ha vendido; y «el mundo elegante», sin salones, sin tertulias y sin Real, dispersábase errabundo y como desorientado, a tomar el sol, como los simples mortales, por las encrucijadas del Retiro y los amplios arrecifes del Prado y de la Fuente Castellana; paréntesis de hastío en la alegre vida de las gentonas pudientes, que sólo había de durar el tiempo preciso para que el calorcillo primaveral templara el ambiente serrano y se bebiera las charcas del camino por donde habían de ir desfilando aquéllas en busca de sus costosas, pero entonadas, residencias de verano.

Van-Stael se acercó al joven pescador chino y sacudiéndole vigorosamente le dijo apretando los dientes: ¡Canalla! ¿Qué habéis hecho durante nuestra ausencia? ¿No os bastaba con saquear la despensa de los víveres y la de mi camarote, sino que aun queríais que naufragara el buque? No, señor respondió el chino . Ninguno de nosotros ha cortado la cadena. Lo juro por Buddha y Confucio.

Palabra del Dia

mármor

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