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Actualizado: 25 de julio de 2025


Así, pues, no puedo convencerme de que caminamos hacia la bienaventuranza, cuando veo que, no sólo estamos desesperados, sino que es tonto probadísimo, hombre ajeno a la filosofía, acéfalo o microcéfalo insipiente, el que no se desespera.

El seductor se cansa pronto de la víctima, y se dispone á faltar á sus falsas promesas; en el viaje marítimo, que para realizarlas emprenden ambos á Valencia, domicilio del libertino, abandona á la desdichada en una roca desierta, después de darle una bebida soporífera. Al despertar se encuentra sola en medio del mar, conoce el engaño y su sacrificio, y se desespera sin consuelo.

No, no me importa manifestó Lázaro, cuyas penas se recrudecieron en aquel momento; No me importa que me traten con desdén, que me aborrezcan todos, que me detesten. Yo no he nacido para otra cosa. Está usted muy agitado. ¿Y delante de se desespera usted de ese modo? dijo la devota con suave acento do reprensión. Perdóneme usted, señora; no lo que digo.

¡Loco! ... debéis estarlo... loco de felicidad. No, no; loco de desesperación. ¿Y por qué? ¿no sois afortunado? la mujer más pura y más hermosa y más codiciada de la corte os ama. La comedianta que á todos enamora, que á todos desespera, y que tiene buen corazón, es... vuestra hermana.

Hoy, cuando ella me abandona, el vacío, el abismo y la soledad que siento me aterran. »Pensamientos impíos nacen en . Veo patente la inmensidad, la omnipotencia del amor, único fin de la vida. A ti mismo, sólo con amor y por amor se llega; pero la duda me desespera y atribula.

Decid más bien: ¿quién espera, quién se desespera, quién tirita, quién se remoja, quién está en batalla descomunal con el sueño, esperando á un trasnochador insufrible? ¡Cuerpo de mi abuela, que bien son ya las dos de la mañana! ¡Don Francisco! exclamó admirado el joven ; ¿qué hacéis aquí? Esperar para deshacer. ¿Para deshacer qué?

No, ya no quiero consolar al triste, ni con mis manos enjugar su llanto: ya mi alma, endurecida, se resiste hasta del bien al goce sacrosanto. Ya el dolor me arrebata y desespera, sin que consuelo á la paciencia pida: ya aborrezco el dolor... ¡el dolor, que era la ilusion más hermosa de mi vida!

Mientras tanto, había vuelto al piso superior y, apoyándome contra una columna gótica, adornada con tristes emblemas, advertí unos caracteres penosamente trazados sobre una de las caras del zócalo, y leí lo siguiente: «Viendo la ceguera y las miserias del hombre, y esas contrariedades sorprendentes que se descubren en su naturaleza, y mirando al universo entero mudo y al hombre sin luz, abandonado a mismo y como extraviado en este rincón del universo, sin saber quién le ha puesto en él, qué ha venido a hacer, cuál haya de ser su destino futuro, yo me espanto como el hombre a quien hubiesen llevado dormido a una isla desierta llena de peligros, y se despertase sin conocer dónde está ni los medios de salir; reflexionando sobre esto me admira cómo el hombre no se desespera por tan miserable estado

690 Aquel que ha vivido libre de cruzar por donde quiera, se aflige y se desespera de encontrarse allí cautivo: es un tormento muy vivo que abate la alma más fiera. 691 En esa estrecha prisión, sin poderme conformar, no cesaba de esclamar: ¡qué diera yo por tener un caballo en que montar y una pampa en que correr!

Comprendo cuánto sufre mi padre; estoy segura que por nosotros, se desespera al ver su fortuna quebrantada. ¡Dios mío! ¡qué importa el dinero! ¡Creo que yo me pasaría fácilmente sin él, con tal de conservar a mi lado a los que amo!... Es todo lo que deseo... Obligado por la nueva actitud que se había impuesto, Huberto permaneció frío.

Palabra del Dia

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