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Actualizado: 23 de junio de 2025
Fueron todas las galeras á dar fondo en la Roqueta, con prevención de Juan Andrea Doria de prepararse al aguada al amanecer el día 15 de febrero, y de desembarcar la tropa que había de proteger la operación.
Los pequeños trotaban delante, con la boca abierta por la misma impresión de sorpresa. Eran emigrantes que acababan de desembarcar de los buques llegados antes que el Goethe, y se metían ciudad adentro, en compañía de los amigos que les habían esperado en el puerto. Todos somos unos dijo Ojeda alegremente . Todos venimos a lo mismo. Sólo que ellos entran a pie y nosotros en automóvil.
Tres semanas después de la muerte del italiano, Blair, al desembarcar en Liverpool, llevando consigo las cartas y la instantánea, emprendió ese larguísimo y fatigoso viaje por todos los caminos de Inglaterra, con el fin de encontrarme y conocer por mi intermedio la clave del secreto del famoso bandido, la cual yo poseía. Y cuándo consiguió encontrarlo, ¿qué sucedió?
La inmovilidad del buque los colocaba en una situación algo ridícula: ellas oprimidas en sus vestidos flamantes, con grandes sombreros, sin atreverse a tomar asiento por miedo a ajar las faldas; ellos con el bastón en la mano, sufriendo el tormento del cuello alto entre las demás gentes que conservaban los cómodos trajes de viaje. ¡A saber cuándo podrían desembarcar!... Todos se lamentaban con gestos teatrales de este contratiempo de última hora.
A las ocho mandé la chalupa que fuese en la vuelta del E á reconocer, y yo me embarqué en el bote y salí de la vuelta del O con cinco dias de viveres, estando el tiempo mas bonancible, á fin de hallar parage á donde desembarcar en tierra firme; pues considero que el Colorado está muy cerca, y pudiendo llegar á tierra, precisamente lo hallaré, ó á lo menos conoceré en la calidad del campo, á que distancia me hallo de él, por haberlo ya transitado.
No había muelle; del barco a una lancha, y de la lancha a una carreta hundida en el agua hasta el eje, que le arrastraba a uno a las costas de la orilla. Catorce reales me llevaron por desembarcar, y entré en Buenos Aires con peseta y media y un pantalón viejo que no lo hubiese querido un pobre... Luego pasaron muchos años sin que nos viésemos mi amigo y yo.
Tú eres hombre y necesitas la posesión; y yo soy una pobre enferma, sin otros encantos que los del alma, los que no se ven... Y ahora, adiós; tal vez para siempre, tal vez por algún tiempo nada más. ¡El mundo es tan pequeño!... La compañía iba a desembarcar en Montevideo. Trabajaría tres semanas en esta ciudad, mientras quedaba libre un teatro de Buenos Aires.
Yo... no sé lo que pongo en el negocio, pero seguramente pondré algo, pues entro en él, y mis consocios parecen contentos de tenerme en su compañía. Echóse a reír Ojeda con tal fuerza, que su espalda chocó con la barandilla, doblándose hacia la parte exterior. «¡Maltrana banquero! ¡Maltrana fundador de un Banco, cuando apenas tenía unas pesetas para desembarcar!...»
Sin duda os chanceáis, señor barón, repuso admirado el personaje, que no era otro sino el corregidor de Lepe. ¿Cómo he de entregaros parte de esta cadena, insignia del municipio de nuestra ciudad? Acabáramos, gruñó el veterano. Vos buscáis al barón de Morel, nuestro valiente capitán, y allí lo tenéis, que acaba de desembarcar y monta el caballo negro.
Dos días después de haber despedido a Arturito, supo que Pedro Lobo acababa de desembarcar en Río de Janeiro y que pretendía venir a verla. Ausente D. Joaquín y víctima Rafaela de jaquecas continuas, Rafaela no recibía entonces ni salía de su casa. Pedro Lobo buscó en la calle a Madame Duval, le habló, y le pidió y casi le exigió que le diese una cita con su señora.
Palabra del Dia
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